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La mata de retama todavía estaba allí, y aquella tarde, cuando salió con Silas al sol, eso fue el primer objeto que atrajo y concentró las miradas y los pensamientos de Eppie.

El tío Frasquito, muerto de miedo, creyendo ver brotar puñales masónicos a través de la mullida alfombra, comenzó a dar vueltas desatinado, tropezando por todas partes como corneja puesta de repente a la luz del sol. ¡Ay, ay, ay, Santa Marría, qué berrenjenal!

Altos secretos me sacan De donde estoy á tus ojos. ¿Qué región vives, helada Sombra, sangrienta figura? El clima que nunca baña La luz del sol, ni conoce Los rayos de la esperanza. ¿Qué quieres de ? Que veas Dónde me tiene la errada Senda que seguí, que el cielo A esto me obliga, por causas De su secreta justicia. A muerte estás condenada.

Pero antes de domirse vió el pueblo entero como lo había contemplado á la puesta del sol, desde una altura, en compañía de Celinda.

El santo amor castisimos amores, La dulce paz su quietud sabrosa, La guerra amarga todos sus rigores. Mostrabasele clara la espaciosa Via, por donde el sol hace contino Su natural carrera y la forzosa. La inclinacion, ó fuerza del destino, Y de qué estrellas consta y se compone, Y como influye este planeta ó sino.

Estos perfiles se prestaban a diversas combinaciones imaginativas, como las nubes de una puesta de sol. Algunos pasajeros conocedores de la bahía enseñaban a los demás «el hombre que duerme»: una sucesión de cumbres y mesetas que en su conjunto imitan el contorno de un gigante entregado al sueño, con la cara en alto.

Todos los días, en seguida de comer, don Cándido, apoyado en el alféizar de la ventana de su cuarto, releía y meditaba un par de capítulos de San Marcos o San Mateo. Luego dejaba el libro, y tomando el sol y fumando cigarrillos pasaba el rato entretenido en observar cómo trabajaban unos cuantos picapedreros que, en un solar contiguo y vallado, tenían establecido al aire libre su taller.

Recelaba la gente que los amores de Currito, por el Sol de Tarifa, eran fingidos o por lo menos fruto de anterior despecho amoroso y que estos amores ponían la mira, más o menos conscientemente, en dar picón a doña Ramona.

El viejo no hizo más que una mueca de satisfacción, y, dando otro gruñido, salió a la calle, bañada de sol. El día fue largo y lleno de ansiedad para .

Un magnífico sol de primavera, que preludiaba los alegres esplendores del mes de abril, poblaba de encantadores reflejos las ondas del Mediterráneo que sacudian sus blancas escamas contra los peñascos y las playas de la costa, suavemente ondulosa.