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, bárbara, esa tradición de otros tiempos, persistiendo como un fenómeno en nuestros días, dentro de la cultura de nuestra atmósfera social; bárbara, pero que revela la virilidad de ese pueblo.

Las oficinas han sido el tronco en que se han injertado las ramas históricas, y de ellas han salido amigos el noble tronado y el plebeyo ensoberbecido por un título universitario; y de amigos, pronto han pasado a parientes. Esta confusión es un bien, y gracias a ella no nos aterra el contagio de la guerra social, porque tenemos ya en la masa de la sangre un socialismo atenuado e inofensivo.

Llamaba ella á las piernas columnas del orden social, lo cual no era sino gallarda figura retórica, que cubría su mortal aversión á coser pantalones. Ella no cogia los puntos á los calcetines, porque, poco fuerte en toda clase de ortografías, siempre tenía en boca aquella sabia máxima: no se vive sólo de pan, apotegma con que quería disimular su absoluta ignorancia en materia de guisados.

Todo lo hace esperar, puesto que los ferrocarriles y telégrafos, los bancos y sociedades de crédito, y muchas otras nuevas empresas están produciendo excelentes resultados, en reducida escala, y van trasformando la faz social del pais.

Hay otras cosas que la mugre, que la gente pagaría de buena gana para verse libre de ellas. ¡Vamos! ¡vamos! dijo el tabernero, que comprendía que pagar a la gente por su ausencia era un principio social peligroso ; una broma es una broma. Todos los que estamos aquí somos buenos amigos, me parece. Debemos dar para recibir.

Hízolo una mañana, creyendo que lo haría por única vez, y siguió luego todos los días, pues la fiera necesidad le impuso el triste oficio mendicante, privándola en absoluto de todo otro medio de atender a los suyos. Llegó por sus pasos contados, y no podía menos de llegar y permanecer allí hasta la muerte, por ley social, económica, si es que así se dice.

Por su madre, que por más que abonase por su inculpabilidad el duque, estaba acusada delante del mundo por aquel reconocimiento público de su hijo. Estas y otras muchas afecciones mortificaban al joven, y entre ellas no era la menor, la de que, á su juicio, su condición social hacía dificilísimo su casamiento con doña Clara Soldevilla.

Como complemento de este trabajíllo séanos lícito transcribir el interesante artículo publicado en el Boletín de Acción Social n.º 38, 15 de Septiembre de 1909 que podrá ser aprovechado el día de mañana por algún curioso cronista sevillano: Primer Sindicato en Sevilla.

Los dramas últimamente mencionados nos llevan, como por la mano, á tratar de las comedias, en que se representa la vida y trato social de la España de esa época.

Lo que hace de esa ciudad una poblacion interesante es su posicion, su conjunto, su estilo particular de construcciones, su aire social, sus recuerdos históricos y su valor económico.