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Al entrar en el Casino una tarde, husmeó el acontecimiento extraordinario. Las gentes hablaban, se pedían noticias, corrían todas á una misma mesa. El amigo Lewis pasó junto á él sin detenerse. Tenía que ocurrir.... No sabe jugar.... Lo esperaba. Un poco más allá le salió al paso Spadoni. Nunca ha querido oirme... Hace su capricho... no sigue un sistema. Ya ha rodado al suelo.

Ahora bien, esta altura varía con las estaciones, siendo cada vez mayor desde el equinoccio de primavera hasta el solsticio de verano, para disminuir en seguida hasta el equinoccio de otoño; luego sigue bajando hasta el solsticio de invierno, en que es lo más pequeña posible. Finalmente, durante el invierno vuelve á pasar por los valores que ha tenido en otoño, hasta el equinoccio de primavera.

Yo creo que en tales extravagancias del humor influyen los vaivenes políticos, las jugadas de Bolsa, y, más que nada, el tiempo; una noche de lluvia y de ventisca agría el carácter de los espectadores, y, sin que ellos lo adviertan, les irrita y predispone á la protesta; la noche, en cambio, que sigue á un día tibio y soleado, inclina á los espíritus á la indulgencia, el aplauso y la risa. ¡Tan poco somos, tan poco valemos, que todo el rumbo de nuestras ideas basta á cambiarlo á veces un simple vaso de vino ó un rayo de sol!

Y la poetisa que la sigue, y que tendríamos por la primera, si la Avellaneda no hubiera nacido, es sor Juana Inés de la Cruz, también americana.

Sigue luego corriendo hácia el norte hasta los 11 grados, en donde cambia de rumbo, torciendo al nordeste para ir á incorporarse con el Mamoré á los 10 grados de latitud.

»¡Oh, Roberto! ¡Roberto! ¡Te amo! ¡Oh, ! ¡Te amo más que a todo en el mundo! y oculta su rostro en mi hombro. », tío, pero escucha lo que sigue.

De aquí se sigue, que con dos, ó tres experimentos no siempre hay experiencia: es menester á veces hacer muchos, repetirlos en distintas ocasiones y lugares, combinarlos, y asegurarse de los sucesos, y despues de todas estas averiguaciones se logra aquel conocimiento que llamamos experiencia.

El fraile se sentó al lado del gitano, que le miraba con una singular expresión de desprecio y de ironía; y, habiendo suspirado muchas veces, se expresó como sigue, con una vocecita agria y chillona que contrastaba con la enorme mole de su cuerpo: Que el Cielo le ayude, hermano. Diga más bien el diablo, hermano. ¿Se obstina usted, pues, en morir en la impenitencia? .

La mujer no entiende, ni quiere entender, tan enrevesados tiquismíquis, y sigue apegada a sus antiguas creencias. Ellas son el bálsamo para todas las heridas de su corazón: ellas le llenan de esperanzas inmarcesibles; ellas abren en su ardiente imaginación horizontes infinitos, dorados por la luz divina de un sol de amor y de gloria.

¿A qué sorprendernos? dice perfectamente el discreto M. Forbes, que ha dedicado tantas vigilias á su estudio. Esto es sólo un indicio de que á tal grado el animal sigue aún la ley vegetal. Del árbol, ser colectivo, sale el individuo, el fruto que se desprende, cuyo fruto formará otro árbol.