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En otras relaciones amistosas o amorosas con mujeres, muestra siempre Goethe pasión y no cálculo; fuego y no frialdad; ternura y no egoísmo.

Por tu culpa: ¡ aprobabas todo lo que ella te decía! ¡Bah, eran fantasías propias de su edad! ¿ lo crees? Eran caprichos de una déspota insoportable. , pero ¡qué corazón y qué sinceridad! ¡Jamás una mentira salió de sus labios! ¡Qué hermosa mirada resplandecía en sus ojos cuando se le corregían sus faltas!... siempre leves.

Hasta le atribuyen amores con personas que no ha visto nunca, lo mismo que hacen conmigo... Me han dicho que en los últimos años se exhibía con un muchachito, casi un niño... ¡Ay! ¡Nos hacemos viejos! Yo los he visto en París dijo Castro ; fué antes de la guerra. Luego, en Monte-Carlo, la he encontrado siempre sola, sin divisar á su jovenzuelo por ninguna parte.

Don Bernardino de Cáceres era un segundón de una familia principal de Córdoba; gastaba más vanidad que doblones, y por razón de su vanidad andaba siempre perdonando vidas. Hacíalo con tal aplomo y se creía tan de buena fe valiente, que los demás acabaron por creerlo y por respetarle. Esto había acabado de hacer insoportable á don Bernardino.

Siempre he considerado a Yégof como uno de esos pobres diablos; sabe una infinidad de nombres y habla de la Bretaña, de Austrasia, de Polinesia, del Nideck y del Géroldseck, del Turkestein, de las orillas del Rin, en fin, de todo al azar; y eso parece que es algo y, en el fondo, no es nada.

Lo de que fuesen bandidos ó no lo fuesen quedaba reservado á la apreciación siempre divergente de los gobernantes y de sus enemigos; pero lo cierto era que los que corrían montes y campos, haciendo saltar trenes con dinamita, quemando poblaciones, fusilando prisioneros y llevándose mujeres, habían convivido como camaradas de armas con los mismos que marchaban ahora en su persecución.

Se le había figurado al presuntuoso que Martita iba a ponerse muy alterada al saber la noticia, porque siempre le había dado pruebas de cariño.

Las últimas cartas de Vd., queridísimo tío, han sido de grata consolación para mi alma. Benévolo como siempre, me amonesta Vd. y me ilumina con advertencias útiles y discretas. Es verdad: mi vehemencia es digna de vituperio. Quiero alcanzar el fin sin poner los medios; quiero llegar al término de la jornada sin andar antes paso a paso el áspero camino.

Era el tal Isacar el hebreo mas vinagre que desde la cautividad de Babilonia se habia visto en Israel. ¿Qué es esto, dixo, perra Galilea? ¿con que no te basta con el señor inquisidor, que tambien ese chulo entra á la parte conmigo? Al decir esto saca un puñal buido que siempre llevaba en el cinto, y creyendo que su contrario no traía armas, se tira á él.

Comprendo que ustedes los reporteros tengan deberes para con sus lectores y que, por lo tanto anden siempre a caza de noticias; pero, como soy enemigo de repeticiones, quiero que el diario que usted representa, por ser el de mayor importancia en el país, sea mi único portavoz en este asunto.