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En medio de la violencia de su agitacion, dexó que su amigo Cador columbrara su secreto, como uno que habiendo largo tiempo aguantado las punzadas de un vehemente dolor, descubre al fin su dolencia por un grito lastimero que vencido de sus tormentos levanta, y por el sudor frio que por su semblante corre.

Su seno escaso, tenía, sin embargo, no qué atrayente seducción, dilatada por la morbidez de todo su busto: irradiaba su semblante esa gracia apática e indolente que el pincel del Veronese imprimía en el rostro de sus patricias venecianas.

Y ese hombre, ese socio del círculo, que trataba á usted tan familiarmente... ¿quién era? Tragomer se puso sombrío; la animación de su semblante dejó plaza á una intensa palidez y dijo, bajando la cabeza: Era el conde Juan de Sorege, el amigo intimo, el compañero de locuras de Jacobo de Freneuse cuando éste era libre y dichoso...

Ya sabes que no puede ser... Por infame que tenga el corazón, no llegará á tanta cobardía... El conde no tiene derecho sobre mi vida... El semblante de Octavio se iluminó de repente al escuchar estas palabras y preguntó en seguida con ansiedad: ¿Está usted segura, señora, de que su marido no intentará nada contra usted? Estoy segura.

Cuando llegó Rubín, a las doce, salió a abrirle su amiga con semblante risueño. Ya estaba la mesa puesta, porque la mujer aquella multiplicaba el tiempo, y como quisiera, todo lo hacia con facilidad y prontitud. Dijo el enamorado que tenía mucha hambre, y ella le recomendó una chispita de paciencia. Se le había olvidado una cosa muy importante, el vino, y bajaría a buscarlo.

Simoun se había levantado y su semblante estaba radiante: el ardor que le animaba cuando, cuatro meses antes, esplicaba á Basilio sus proyectos en el bosque de sus antepasados, reaparecía en su fisonomía como un rojo crepúsculo despues de un nublado día.

Cuando lo hizo, vi por su semblante, que había cambiado y era otra mujer. Volvió junto a la mesa-escritorio y alzó el sobre, leyendo por segunda vez la inscripción que Blair había escrito sobre él, y luego sus ojos se fijaron en la fotografía de la casa solitaria situada cerca de las encrucijadas. ¡Qué! exclamó, sobresaltada, ¿dónde ha encontrado esto?

Jamás había visto en el semblante de su madrina tanta frialdad y dureza. Quedó asombrada, pensativa y dejó ya, sin hacer el más leve movimiento, que Paula cumpliese el mandato. Pronto quedó la cabecita rubia mondada como un melocotón. Las domésticas prorrumpieron en carcajadas.

Aquel continente de matrona, aquel aire simpático, aquel rostro lleno de atractivos no eran ya sino sombra de mismos. Gordura fofa en su cuerpo, languidez en su semblante y un decaimiento general en su persona toda anunciaban que la maja no volvería a ser lo que fue.

No tardó en abrir los ojos, y al ver el demudado semblante del joven inclinado sobre ella, sonrió dulcemente, y le dijo de modo que nadie lo oyó más que él: Gracias, señor marqués... ¡No se estaba tan mal allá abajo! Así que llegaron al Moral se enjugaron en casa de unos amigos, que allí estaban tomando baños, y se echaron encima la primer ropa que les dieron.