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En todo orador hay dos entidades: el orador, propiamente dicho, y el hombre. Cuando el primero se dirige á la multitud, el segundo queda atrás, dentro, mejor dicho, hablando también. Dos peroraciones simultáneas son producidas por un mismo cerebro. Una es verbal y sonora: dejémosla al público. Otra es profunda y muda: examinémosla. Lázaro describía, apostrofaba, rebatía, exponía, declamaba.

Aún subirá afirmaba el segundo con una alegría cruel . Veremos la tonelada á ciento cincuenta, á doscientos... ¡Vamos á hacernos ricos! Y Tòni empleaba el plural al hablar de la futura riqueza, sin que se le ocurriese por un momento pedir á su capitán unos céntimos más sobre los cuarenta y cinco duros que recibía al mes. La fortuna de Ferragut y del buque la consideraba como suya.

Al fin, llegó éste, después del segundo acto, y jamás ningún actor querido del público obtuvo un recibimiento más entusiasta que el que hicimos al notario. ¡Ya está aquí! ¡Gracias a Dios! ¡Vamos, querido, ya era tiempo de que llegase! ¡Qué tarde viene usted!

Primer escollo: que se te vayan los ojos tras de aquel a quien mires, lo cual es rendirte, entregarte como atada de pies y manos, hacer que se entibie el amor si ya le inspiras, o que burlen y profanen y escarnezcan tu amor si no te corresponden. Segundo escollo: que por timidez o desconfianza mires como asombrada y arisca, exponiéndote a pasar por boba o por sosa no siéndolo.

Púsose cuerdamente lo primero, y omitióse modestamente lo segundo: mas yo no puedo dejar de pronunciar que leído el papel hallé que con menos que con esto no adecuaba el título lo que en él se contiene.

Para Caragòl no ofrecía dudas la suerte de todo submarino que les saliese al encuentro: el «chico de Vannes» iba á hacerlo añicos al primer disparo. Una tarjeta postal, obsequio del bretón, representando la tumba del santo, figuraba en el sitio de honor de la cocina. El viejo le rezaba como si fuese una estampa milagrosa, y el Cristo del Grao iba quedando en segundo término.

Mirad cómo habláis, hermano replicó el segundo alcalde , que aquí no hay justicia con lujuria: que todos los alcaldes deste lugar han sido, son y serán limpios y castos como el pelo de la masa; y hablad menos, que os será sano. Volvió en esto el pregonero, y dijo: Señor alcalde, yo no he topado en la plaza asnos ningunos, sino a los dos regidores Berrueco y Crespo, que andan en ella paseándose.

Entróse, y encontró á la señora María entregada á sus faenas domésticas, y al señor Melchor Argote sentado junto á un fuego mezquino almorzando pan y queso. Dios os guarde, señora dijo don Juan entrando. Miróle la vieja con su vista cruzada durante un segundo, y luego dijo: ¡Jesús, buen mozo! ¡yo os daba por perdido! ¿y de dónde venís, hijo?

Pero aún no había transcurrido un segundo cuando algo vino á añadirse á este choque, desmintiendo las suposiciones de Ferragut. El aire azul y luminoso se arrugó bajo el zarpazo de un trueno.

En este caso tengo, por preferibles los manantiales ferruginosos de Vichy.... La anemia es el primer enemigo que hay que combatir, y la indicación gástrica está también atendida en esas aguas.... En segundo término, Aguas-Buenas o Puertollano... pero no se descuide usted: en esta quincena ha perdido terreno, y la alopecia y el sudar son síntomas muy característicos....