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Un gigantón paseaba entre los grupos, devorando con mordiscos de fiera un mendrugo cubierto de carne sanguinolenta y cruda, alimento excelente, según él, para conservar la fuerza. Todas las tardes bajaba a la enfermería algún luchador con el rostro entumecido y desfigurado. Ahora, los marineros exentos de servicio acudían a la explanada de popa, atraídos por el brutal interés de estas peleas.

Selivestroff murió sonriendo entre los brazos de su amante, buscando por última vez con su boca sanguinolenta aquellas manos de nácar delicadas y fuertes.

aquí en resúmen los síntomas referentes á estos efectos: 1.º En la oftalmía por causa catarral; afeccion de la conjuntiva que está inyectada, lagrimeo abundante y coriza fluente simultánea; hay secrecion mucosa y aun sanguinolenta en el ojo, hasta úlceras en la córnea, nubecillas que ceden con eufrasia cuando son recientes, usada al interior y aplicada como tópico.

Los dolores cólicos abaten, las deposiciones son escasas con tenesmo, ó diarréicas con ó sin conatos; la orina es mas bien clara, si bien llega á ser sanguinolenta algunas veces. En los casos en que el pecho es el mas comprometido, se observa un ardor constante, aflujo de sangre, tos seca muy fatigosa acompañada de calor en la cabeza y varios síntomas de pleuresía y bronquitis intensa.

Era espeluznante ver aquellos grupos de hombres demacrados, con grandes capotes grises, amontonados sobre paja sanguinolenta, llevando uno de ellos el brazo partido sobre las rodillas; otro con la cabeza atada con un pañuelo viejo, y otro, por último, ya muerto, sirviendo de asiento a los vivos, con las manos negras colgando entre las escalas.

La miccion es abundante y frecuente, el color de la orina es mas bien natural que oscura, las poluciones son mas frecuentes, no tienen carácter activo, y la leucorrea es acre ó consiste en una serosidad sanguinolenta.

Unos pobrecitos animales con la cresta despedazada, y encima, sujeto con trapos un muñón de carne cruda, sanguinolenta ¡qué asco! Aquel Herodes era el Pílades de su marido. Y hacía tres años que ella vivía entre aquel par de sonámbulos, sin más relaciones íntimas.

Con sus manos rústicas, a las que pretendía infundir cierta delicadeza femenil, pugnaba por formar unos tapones de hilas, intraduciéndolos en aquellos orificios de carne rota y sanguinolenta, que seguían vomitando mansamente el rojo líquido.