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En 1826 Bolívar pedía aún una coalición americana contra el Brasil, más aún, la ofrecía... con tal que se le diera el mando supremo. San Martín quedaba silencioso en Boulogne. Insaciable el uno, por temperamento, por vibración intelectual, por el correr violento de la sangre; frío, sereno, reposado el otro, por la glacial y predominante fuerza de la razón.

Nueva edición de la famosa fórmula: «Teníamos tomada casa en San Sebastián; pero...». La otra solía decir con laudable franqueza: «Nosotros esperamos a los trenes baratos de Setiembre».

En efecto, llegaron al zaquizamí desnudo y frío en que yacía aquella víctima del alcoholismo crónico los enviados de San Vicente de Paúl, que eran doña Petronila, o sea el gran Constantino, y el beneficiado don Custodio, la hija de Barinaga, la beata paliducha y seca, los recibió abajo, en la tienda vacía, lloriqueando.

Entrada del P. Yegros en las naciones de los indios Zamucos; trabajos que hicieron en la expedición II 173 Entrada de los neófitos de San Juan Bautista en la Ranchería de los Puxarís I 226 Entrada de los PP. Jaime de Aguilar y Agustín Castañares en las naciones de los Zamucos II 245 Entran ochenta familias de infieles en el pueblo de San Rafael II 283

Acabado el baile, dijo Preciosa: Si me dan cuatro cuartos, les cantaré un romance yo sola, lindísimo en extremo, que trata de cuando la Reina nuestra señora Margarita salió a misa en Valladolid y fué a San Llorente: dígoles que es famoso, y compuesto por un poeta de los del número, como capitán del batallón.

En el convento de San José, Catalina Dávila, presa de súbito arrobamiento, habíase levantado varios palmos del suelo al leer una anotación de mano de Teresa de Jesús, en los Morales de San Gregorio.

A mano derecha está la puente de Triana , de madera, sobre trece barcos. Y más abajo, en el margen del celebrado río, las Cuevas, monasterio insigne de la Cartuja de San Bruno, que, con profesar el silencio mudo, vive a la lengua del agua .

Cuando salieron del coro, Gabriel vio cerca del gran fresco de San Cristóbal al maestro de capilla. Acababa de cerrar una puertecilla inmediata al coloso, que conduce por una escalera de caracol al archivo de música. El artista llevaba bajo el brazo un gran libro con tapas polvorientas, que mostró a Gabriel. Me lo llevo arriba. Ya oirá usted algo: vale la pena.

Pues bien: en cuanto lo supe y me enteré de que había llegado en retirada Gravina con unos cuantos navíos, fui a ver si entre ellos venía el San Juan, donde estabas ; pero me dijeron que había sido apresado. No puedo pintar a ustedes mi ansiedad: casi no me quedaba duda de tu muerte, mayormente desde que supe el gran número de bajas ocurridas en tu navío.