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Eran bancos con la elegancia de líneas de un sofá del pasado siglo, frescos y de saludable dureza, en los que gustaba sentarse Leonora por las tardes, cuando las palmeras extendían su sombra en la plazoleta. En uno de ellos leía la sencilla doña Pepita la historia del santo del día, ayudada por unas antiguas gafas con montura de plata.

Si no me prohibiera usted filosofar, aquí le explicaría por qué estoy segura de que debo al plan de vida que me impuso la felicidad inefable de esta salud serena, de este placer refinado de vivir con sangre pura y corriente en medio de la atmósfera saludable... pero nada de retórica; recuerdo cuánto le disgustan las frases.... En fin, estoy como un reloj, que es la expresión que usted prefiere.

No había en Madrid una garganta mejor modelada, ni un seno mejor puesto, más delicado, más atractivo. El deseo vanidoso de mostrarlo, no contenido por la vigilancia saludable de una madre, le hizo incurrir en más de una ocasión en las censuras de la sociedad.

Creo, , que cuanto haga el hombre por señalar a sus compatriotas las deficiencias del presente en que vive, es bueno y es saludable; pero debe hacerlo serenamente y sin ira, cumpliendo con su deber de heredero de herencia semejante con tesón y energía, pero sin desesperarse nunca; comprendiendo que el mal es humano y que de él no se podrá jamás desligar la humanidad.

La oposicion misma de las inclinaciones buenas á las malas; deja de ser saludable, cuando en ella no preside como señora la razon; porque las inclinaciones buenas no son buenas sino en cuanto la razon las dirige y modera: abandonadas á mismas, se exageran, se hacen malas.

Aquella separación había sido una amenaza continua, la gota amarga de la felicidad en los días y meses de ciega pasión; después un dolor necesario, y hasta merecido y saludable, según pensaba el amante, lleno de remordimientos y de planes morales. Pero al llegar el momento, Bonis sintió que se trataba de toda una señora operación practicada en carne viva.

Soy la misma Sanguijuelera, más saludable que el tomillo, más fuerte que la puerta de Alcalá, siempre ligera para todo, siempre limpia como los chorros del oro, más fiera que el león del Retiro, si se ofrece, resignada con la mala suerte, sin deber nada a nadie, y más charlatana que todos los cómicos de Madrid».

Y con este saludable recuerdo el pobre Ben Zayb andaba con manos de plomo, no decimos piés, por no imitar al P. Camorra que tenía la avilantez de reprocharle que escribía con ellos.

Bailaba, pues, tanto como la más linda damisela de Lancia, por razón opuesta, esto es, por el saludable terror que había logrado inspirar. Ella lo sabía, y aunque humillada en el fondo del alma, no dejaba de aprovecharse, optando por el que consideraba menor de los males.

Compararé sus obras con flores hermosas de las que alguien, acaso, extraiga saludable bálsamo y de las que alguien también acaso extraiga mortífera y dolorosa ponzoña. Lo que no se puede negar, es que ambos dramas están inspirados por ideas y doctrinas muy en moda ahora.