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Antes todo se hacía con los puños: ahora, la fuerza está en el saber, más que en los puñetazos; aunque es bueno aprender a defenderse, porque siempre hay gente bestial en el mundo, y porque la fuerza da salud, y porque se ha de estar pronto a pelear, para cuando un pueblo ladrón quiera venir a robarnos nuestro pueblo.

Que la baronesa, lejos de entregar la fortaleza, había organizado y dirigido la defensa con tantos bríos y acierto tal que al segundo día, después de empeñados y mortíferos asaltos, había perdido la vida Hugo, el jefe de los sitiadores, y huído y dispersádose éstos. La carta terminaba dando las mejores noticias sobre la salud de ambas damas é invocando sobre el barón las bendiciones del cielo.

Probábalo su misma manía de la higiene y su culto de la salud, culto infundido por librotes modernos que sustituyen al Dios del Sinaí con la diosa Higia. Para Máximo Juncal, inmoralidad era sinónimo de escrofulosis, y el deber se parecía bastante a una perfecta oxidación de los elementos asimilables. Disculpábase a propio ciertos extravíos, por tener un tanto obstruidas las vías hepáticas.

Buscando una comparación para este sentimiento, veníanseme a las mientes ejemplos muy raros: verbigracia, los lienzos recién lavados y secos, el heno de las praderas con su fragancia «a salud y el agua de las fuentes rústicas con su pureza transparente.

Pero, para entrar en los «procelosos mares» a que alude el santo, no basta llevar los vestidos de largo; se requiere que sea no menos largo el entendimiento. Para la salud misma no es conveniente experimentar las impresiones del mundo cuando apenas se ha iniciado la pubertad.

En primer término asomaron las cabezas los recién venidos, y al punto calló la música y se oyeron vivas a los delegados, a Cantabria, dominando el clamoreo una voz aguardentosa que desde la esquina repetía incansable «¡Viva la honradez!». Una mujer se adelantó, y entrando en el círculo de luces, gritó con voz fresca y potente: ¡Que brinden a la salud del pueblo!... ¡Que brinden!...

Sus escritos eran dirigidos á dar consejos para conservar ó restituir la salud al cuerpo humano. En aquel mismo tiempo vivia Cristóbal Acosta, nacido en Africa é hijo de judíos espulsos de España , el cual despues de haber peregrinado muchos años por Asia, vino á la Península á cristianarse i se hizo vecino de la ciudad de Burgos.

La nobleza intentó nombrarlo diputado en los Estados generales, pero su delicada salud le impidió aceptar. Los republicanos también deseaban que fuese miembro de la Convención, pero tampoco aceptó.

Aún había sido ésta más grande al ponerse el buque en marcha. Se creía de regreso a su tierra, después de haber estado junto a la ciudad-esperanza, donde le aguardaban la salud y la riqueza.

Aquellos individuos merendaban alegremente, y nos dispensaron una acogida cariñosa, brindando, así que entramos, a nuestra salud. Observé que, en medio de la confianza, don Jenaro infundía cierto respeto a todos. De las tres muchachas, una se llamaba Concha la Carbonera: era delgada, de un rubio ceniciento, mejillas pálidas y marchitas y ojos azules, fieros y desvergonzados.