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Ángel llegó a sentir latidos en las sienes y a cobrar cierto miedo al hablar incisivo y al mirar fulgurante de Leticia; la cual, como si se envalentonara con los encogimientos de su interlocutor, se tiró más a fondo, de esta suerte: Usted no sabe aún que los amores, como otras muchas cosas, se mejoran con la salsa de la experiencia; quiero decir que para un paladar de buen gusto, son más sabrosos los más experimentados...

La salsa picante de los franceses significa una cosa algo peor que el soñado puñal de la soñada Manola de Madrid; algo peor que la soñada mata y el soñado facineroso, de que nos habla el brillante y reluciente Alejandro Dumas; algo peor que las soñadas jícaras como dedales, en que toman el chocolate los españoles; peor tambien que la soñada señorita española, que como dice el mismo novelista, exclamaba cándida y apasionadamente: ¡mi amado toro!

Terminada la cocción se sacan aquéllas, se ponen a escurrir, se prepara dos veces huevo, se fríen hasta conseguir que adquieran buen color, y se sirven con salsa de tomate.

Se vuelve a cocer; cuando han cuajado las claras se rompe la vejiga, quedando el huevo hecho. Se corta a ruedas, y se sirve con salsa de aves. TORTILLA ESPA

CALAMARES o CHIPIRONES. Hay que distinguir bien los calamares de las jibias, y poner los calamares cuando son pequeños en su tinta, y cuando son grandes, rellenos y en salsa.

Para medio kilo de patatas, cincuenta gramos de manteca y seis huevos. PATATAS A LA "MAITRE D'HOTEL". Se cuecen con agua y sal unas patatas enteras que sean muy pequeñitas; se pelan y colocan en una fuente que resista el fuego, y antes se habrá puesto en la fuente salsa a la "maitre d'hotel".

SALSA ESPA

En una cacerola se ponen otras lonjas de tocino y ternera, se coloca allí el faisán, se agrega vino de Málaga y cuece a fuego lento; la salsa se espesa con castañas asadas y machacadas, adornando la fuente con rebanadas de criadilla.

Después se fríen en aceite y se colocan en una cacerola, echándoles otro poquito de cebolla dorada y caldo suficiente para que cuezan. Puede ponerse una salsa de tomate, aunque para calamares lo mejor es su tinta.

Mientras se concertaban los alguaciles, el alcalde paseaba por el comedor, completamente olvidado de que la sopa, el cocido y la ensalada esperaban que tuviese a bien hacerles los honores cotidianos. Como se ve, el bueno de don Rodrigo no era víctima del pecado de gula; pues su comida se limitaba a sota, caballo y rey, sazonados con la salsa de San Bernardo.