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7 Y el sacerdote lo reconciliará delante del SE

No hay sino un sacerdote que ha visto esa lepra asquerosa del ateismo y quiere curarla. ¿Lo oye Vd., madre? Si Vd. no me ayuda, lo haré yo solo... lo intentaré yo solo; y si no puedo lograrlo, se lo diré a todos ustedes, cara a cara, sacudiré en la puerta el polvo de mis zapatos, como los patriarcas de Israel cuando salían de la casa de los impíos, y no volverán ustedes a verme nunca.

2 Y junté conmigo por testigos fieles a Urías sacerdote, y a Zacarías hijo de Jeberequías. 3 Y me junté con la profetisa, la cual concibió, y dio a luz un hijo. Y me dijo el SE

Era el párroco un hombre de cincuenta años de edad próximamente, alto, seco, moreno, cabellos negros aún, revueltos y crespos, los ojos vivos y severos, la expresión de su rostro franca y resuelta. A pesar de la dureza que en él se notaba inspiraba confianza y simpatía desde luego. Parecía un veterano afeitado y con los hábitos de sacerdote. Su casa estaba próxima.

10 y los vestidos del servicio, y las santas vestiduras para Aarón el sacerdote, y las vestiduras de sus hijos, para que sean sacerdotes; 11 y el aceite de la unción, y el incienso aromático para el santuario; harán conforme a todo lo que te he mandado. 12 Habló además el SE

10 de la manera que se quita del buey del sacrificio de la paz; y hará el sacerdote perfume de ello sobre el altar del holocausto. 11 Y el cuero del novillo, y toda su carne, con su cabeza, y sus piernas, y sus intestinos, y su estiércol;

19 Después tomará el sacerdote la espaldilla cocida del carnero, y una torta sin levadura del canastillo, y una hojaldre sin levadura, y las pondrá sobre las manos del Nazareo, después que fuere raído su nazareato; 20 y el sacerdote mecerá aquello, [ofrenda] mecida delante del SE

En 1887 esta novela fue arreglada para el teatro por el mismo autor. Con paso firme y ligero aún, caminaba un anciano sacerdote por la vía cubierta de polvo, bajo los rayos del sol de mediodía. Más de treinta años habían transcurrido desde que el abate Constantín era cura de la pequeña aldea que dormía, allá en la llanura, a orillas de un débil curso de agua llamado el Lizotte.

Mi madre tiene en compañía un sacerdote; llámase este venerable abate Chauveau y es hombre de mucho mérito. Esta mañana nos ha dicho misa. En el templo había un bautizo y esto me ha recordado a mis pobres hijos: los bautizos me enternecen siempre. He visitado hoy a una pobre mujer recién parida, enferma y sin recursos.

34 Y al séptimo día mirará el sacerdote la tiña; y si la tiña no hubiere cundido en la piel, ni pareciere estar más profunda que la tez, el sacerdote lo dará por limpio; y lavará sus vestidos, y será limpio. 35 Pero si la tiña se hubiere ido extendiendo en la piel después de su purificación,