United States or Seychelles ? Vote for the TOP Country of the Week !


¿Y sabéis si, por ventura, ese Gaspar tomó bandera en Sevilla para los tercios de Méjico? De Méjico nos escribía, respondió Margarita; pero él nunca nos dijo en sus cartas hubiese entrado en la milicia; y si entró callolo, sin duda por no dar pesadumbre a sus padres.

Fuímonos a acostar y en toda la noche pudimos yo ni don Diego dormir, él trazando de quejarse a su padre y pedir que le sacase de allí y yo aconsejándole que lo hiciese; aunque últimamente le dije: -Señor, ¿sabéis de cierto si estamos vivos? Porque yo imagino que en la pendencia de las berceras nos mataron, y que somos ánimas que estamos en el Purgatorio.

¿Es no poder cansarse de oír y ver a esta persona? ¿Es cesar de vivir cuando ella no está presente, para revivir en el acto que reaparece? ¡Oh, oh, es un gran amor ese! ¡Pues bien, ese es el amor con que yo sueño! ¿Y es ese el amor que no llega? Absolutamente... hasta ahora. Y, sin embargo, existe la persona que yo prefiero a todos y a todas... ¿Sabéis quién es? No, no lo ... pero lo imagino...

Vuestras palabras me asustan, señor le respondió . Tenéis la intención de declararle a mi pobre amiga que sentís afecto por ella y que sabéis que su corazón no es indiferente a vuestra amistad. ¡Por Dios os pido evitadle esa vergüenza! No la hagáis sonrojarse en vuestra presencia; huiría indudablemente de Orsdael... ¡Cómo es eso! murmuró Mathys , ahora que no os comprendo.

Y salieron a la calle llevando por delante a los niños, los cuales iban brincando como cervatillos por la acera. ¡Eh chis chis! gritó el boticario llamándolos. ¿En qué calle vivís? En la calle del Tribulete contestó el mayor. ¿Qué número? Los chicos se miraron uno a otro con sorpresa y quedaron silenciosos. ¿No lo sabéis? Está bien. ¿Pero sabréis ir a casa? ¡Ah, señor!

Media hora después, los dos iban en dirección a la aldea. Pablo hablaba, hablaba, hablaba! Su madre no estaba allí para calmarlo y moderarlo, de manera que su alegría se desbordaba. Mirad, señor cura, hacéis muy mal en tomar las cosas por su lado trágico... ¡Ved cómo trota mi yegua! ¡cómo levanta las patas! Vos no la conocíais. ¿Sabéis cuánto he pagado por ella? Cuatrocientos francos.

¿Sabéis lo que me ordenó mi señora madre que hiciera al comenzar la batalla? indicó Rumblar . Pues que rezara un Avemaría con toda devoción. Ha llegado el momento. «Dios te salve, María...»

¿Pues qué, señora de mi alma,-dijo don Francisco, quedando inmóvil y como si le hubiese herido un rayo, no sabéis que sois mi esposa y que ante el altar de Dios nos hemos juntado en uno?

¿Ni vuestro hermano? No le tengo. ¿Ni vuestro amante? Nunca le he tenido. ¡Ah! ¿Qué os sucede? Quisiera saber quién os sigue. No volváis la cara, que sin que la volváis os sobrará acaso tiempo de saberlo. Pero si no es asunto vuestro... ¿Sabéis que sois muy curioso, caballero? ¡Ah!, perdonad: me callaré. No, hablad; hablad. Pero si mis palabras os ofenden... Habladme de lo que queráis.

Yo soy humano; yo compadezco á los desgraciados; yo les ayudo en lo que puedo, porque así nos lo manda la Humanidad; y bien sabéis todas que como faltéis á la Humanidad, lo pagaréis tarde ó temprano, y que si sois buenas tendréis vuestra recompensa.