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Centenares de casitas ambulantes, sobre ruedas, tiradas por caballos en las horas de baños, yacen allí á disposicion de los amigos de la hidroterapia; y multitud de gentes, particularmente mujeres y niños, vagan por el ancho cascajal, recogiendo conchas, plantas ó piedras curiosas, ó retozando con las olas de la marea que sube sacudiendo sus crespos torrentes espumosos, que parecen inmensas serpientes de plata enroscadas en interminable sucesion.

Las calles semejan largos caminos de aldea surcados por las ruedas de los carros; y casi siempre se camina pegado a los muros, de donde salen ramas horizontales de sicomoros.

Un grito: "¡Dios mío! mi tía!" se oyó en el interior del coche; pero la portezuela golpeó, vigorosamente atraída, y el ruido de las ruedas ahogó el resto de las quejas de Herminia. En el salón de baile los invitados se removían con ardor. Mauricio sacó su reloj y vió que eran las once y media. Hacía algunos momentos ya que Herminia había desaparecido.

Bien podía conseguirse teniendo la corueña un eje delantero con ruedas pequeñas enterizas; pero las ruedas representan otro adelanto que no es probable se hallara en práctica en las carabelas, toda vez que como novedad y cosa rara se señalaba años después.

El ritmo sonoro y metálico de las ruedas parecía decirle también con acento más implacable: ¡solo!, ¡solo! Paseaba su mirada triste por los senos profundos del horizonte y éste le devolvía, en trémulos y fatídicos reflejos, que apenas conseguían rasgar la malla de sombras, tristeza por tristeza.

Yo no digo eso, pero que es préciso no precipitarse en condenar las formas representativas; porque no puede negarse que las absolutas tienen cierta rigidez, de que se resienten hasta las últimas ruedas del gobierno.

Otra vez, como estuviera en mangas de camisa, le estamparon en la espalda una galerada recién impresa, con la tinta fresca de un letrero que decía: «Se vende este perroHasta llegaron a rellenarle las botas con la grasa de untar las ruedas de la máquina, mientras él estaba trabajando con alpargatas para mayor descanso.

Pero para cumplir una resolución es necesario ser dueño de mismo, y yo no lo era. Parecía... voy a procurar explicarme: parecía que mi alma había quedado fuertemente asida a Amparo, y que cada vuelta de las ruedas de la silla de postas que me conducía, estiraba mi alma, haciéndome sufrir un tormento inexplicable. Llegó un punto en que no pude resistir más.

El piafar de los caballos y el ruido de las ruedas, me advirtieron á los pocos momentos que llegaba la diva. El portero se adelantó para ayudarla á bajar, se abrió la portezuela, y Jenny, cubierta de pieles, descendió ligera, enseñando una pierna admirable.

Allí cerca había una carreta: con gran destreza y prontitud sus compañeros le echaron a una pierna un lazo corredizo, atando la extremidad del cordel a una de las ruedas de la carreta. El coronel dio la voz de «marchen». Sonaron los tambores y todas las mitades se pusieron en marcha, menos Modesto, que se quedó parado con una pierna en el aire, como los escultores figuran a Céfiro.