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En estos nueve días la desposada duerme con sus amigas, las cuales la rodean, no dejándola ni un momento sola. ¡Delicada y alegórica costumbre en que se despide la dalaga del mundo, rindiendo en aquel novenario el último tributo á la virginidad! Bindoy es completamente feliz al lado de Nínay. Veamos en el siguiente capítulo si es ó no posible la felicidad en el indio. ¿Es ó no feliz Ambrosio?

Por la parte exterior del patio de nuestra casa, alcanza la vista los establos, los pajares, las leñeras y los corrales que la rodean, y la puerta que siempre permanece abierta, da a la calle del pueblo, por donde cruzan los aldeanos llevando las herramientas de labranza sobre el hombro, y algunas veces sobre el otro una cuna con un niño dormido; sigue después la esposa con otra criatura de pecho, y después una cabra con su cabrito, que al pasar por la puerta se detiene un momento para jugar con los perros, y se aleja después dando saltos.

Las observaciones que ha hecho usted hoy son ciertas; la observación general, empero, que de ellas deduce usted, es falsa; esa es una anomalía como otras muchas que nos rodean y que sólo se podrían explicar entrando en pormenores que no son del momento; éste es, desgraciadamente, el país menos dispuesto a lo que usted cree, por más que le parezcan a usted todos unos.

En interrumpiendo la meditacion, y aun si bien se observa, mientras ella dura, se halla tan cierto como el mas rústico, de sus actos interiores, de la existencia del cuerpo propio, de los demás que rodean el suyo, y de mil otras cosas que constituyen el caudal de conocimiento necesario para los usos de la vida.

No hay un rasgo que no concurra á impresionar al extranjero en ese sentido. Y no puede ser de otro modo, si se considera cuán poderosa es la influencia que ejercen en la educación moral de un pueblo la naturaleza y los objetos que le rodean é impresionan constantemente. El sevillano, al nacer, halla la noción de lo bello y la inspiración de la poesía en todo lo que tiene á la vista.

Lucerna es, sin duda, por su situacion y las campiñas primorosas que la rodean, una de las mas graciosas ciudades de Suiza, ó por lo ménos de las que demoran sobre márgenes lacustres. Asi, su conjunto ó aspecto general, sea que se le mire desde el lago, sea que se le contemple desde alguna eminencia, es admirablemente poético y risueño.

El Caballero adelanta algunos pasos, y los cuatro mancebos le rodean con bárbaro y cruel vocerío, y le cubren de lodo con sus mofas. ¡Hay que dormirla, Señor Don Juan Manuel! ¿Dónde la hemos cogido, padre? ¡Buen sermón para Cuaresma! DON FARRUQUI

Esta excelente persona pasa los días enteros sentada en una butaca junto a la ventana, con un bastidor de tapicería en las rodillas, y, casi sin levantar los ojos, clava la aguja en el cañamazo con una regularidad apacible y mecánica que da sueño. Es viuda, no tiene fortuna y creo que trabaja para ganar dinero. De todas las mujeres que me rodean, ella es la que me inspira más simpatía.

Después que la ha herido mortalmente, reconoce el padre á su perdida hija, y mientras los suyos la rodean afligidos, exclama Del cielo he de ser cosaria, Que pues la piedad inmensa Al pecador busca, y ama Al que se convierte; yo, Como el ciervo que las aguas Solicita, le deseo; Ya son suyas mis entrañas.

La casa de la Conversacion es, sinembargo, mas vasta y curiosa, y ofrece en los jardines y parques que la rodean, como en las calles y alamedas vecinas, y en sus inmensas galerías, repletas de curiosidades artísticas y mil objetos de lujo y capricho en venta, un conjunto mas atractivo, mas agradable y variado que el de la Casa de Conversacion de Báden.