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La mejor jugada es no jugar contestaba. No insistía porque, al fin y al cabo, Jacinto iba a la Bolsa de su cuenta y riesgo, y tenían además las espaldas bien guardadas, pues detrás de la razón social estaba la robusta fortuna de don Bernardino. Antes de la una, salía Jacintito para la Bolsa, después de charlar en el escritorio con los amigos y discutir con míster Robert.

Echáronse sobre él, le increparon, le insultaron, acorralado contra la pizarra, muda ahora; y Rocchio, como fiera a quien abren la jaula, acudió a apoyarle... La lucha estalló entonces: los sombreros rodaban por el suelo, los bastonazos llovían; todos gritaban, enzarzados unos con otros, en torno de míster Robert, impasible.

Míster Robert suspira y sigue andando; al tocar el límite de la escalinata del templo, ve, cerca de la última columna, dos hombres que hablan en la sombra: uno es alto y grueso y está de cara a la calle; el otro lleva un levitón color de café y da la espalda.

A los diecisiete había publicado su primer tomo la poetisa Barrett Browning, que desde los diez escribía en verso y prosa. Robert Browning, su marido, publicó el Paracelso a los veintitrés. A los veinte había escrito Tennyson algunas de las poesías melodiosas que han hecho ilustre su nombre.

Al pie del farol, recorría los diarios de la tarde, espiando la aparición, del lado del río, de la luz verde, azul o roja del vehículo; el frío y la humedad le incomodaban, e impaciente por la tardanza, se paseaba por el atrio solitario, como galán que espera: el rumor inmenso de la ciudad se había apagado, las luces palidecían en medio de la neblina, las vidrieras de los escaparates sudaban de frío, las palmeras tísicas de la plaza se quejaban... Andando, míster Robert pasó la esquina de Reconquista y llegó hasta la Bolsa, en su afán de salir al encuentro del tranvía, creyendo así alcanzarle más pronto.

No me dirá usted que soy yo el responsable de semejante ruina. Los ojos de albino de míster Robert relampaguearon.

Parécele escuchar el estrépito de su casa que se derrumba, la casa Esteven y Compañía, y no quiere darse vuelta, de temor de no poder soportar el espectáculo de la catástrofe. La luz roja llega y míster Robert sube al tranvía.

Mira que concluirá por cubrirte del todo dijo el joven riendo. Por fin llegó Jacinto, cariacontecido y de mal humor. No he podido hacer la operación exclamó con un juramento. Lo dejas para mañana, hombre, ¿qué apuro tienes? Jacinto entró en el escritorio, vió a míster Robert trabajando siempre, y no queriendo interrumpirle, salió y dijo a Quilito: ¡Vamos a Palermo!

Cinco años después del lanzamiento de su primer sitio web, Robert Beard crea el portal yourDictionary.com, que integra su sitio precedente, y lanza este nuevo portal en febrero de 2000. Añade en enero de 2000: "Tenemos muchas ideas nuevas. Tendremos grupos de discusión y boletines de información sobre los idiomas.

Pues, es míster Robert. ¿El socio de Jacinto? El socio de Jacinto. ¿Y qué? Esteven dió un puñetazo sobre las almohadas. Que liquida, mujer, que la sociedad con Jacinto se disuelve, y con un déficit de doscientos mil nacionales, que tiene el muchacho que pagar, ¡es decir, yo!