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«Amor dice uno de los más admirables místicos españoles , es río de paz, dulce sueño del alma, transformación del hombre que ni piensa ni siente ni quiere más que amor. Como a la flor se sigue el fruto, se sigue a la perfección el amor ardiente.

El camino de las Señoras era la excursión favorita de Lucía. Estrecha vereda, sombreada por espesos árboles, sigue dócil el curso del Sichón, deteniéndose cuando al río se le antoja formar un remanso y torciéndose en graciosas curvas como la tranquila corriente.

Los felices principios, que por efecto de la Providencia, facilitaron la adquisicion del terreno en que hoy se halla situado el fuerte de Rio Bueno, y establecida la mision que con instancia pidieron sus caciques, en la cual se han percibido ya los frutos que manifiesta el plano de fojas 47 del octavo cuaderno, dan sin duda fundada esperanza de que no acaso se han logrado estas ventajas en cerca de siglo y medio que no se oia la voz del evangelio en aquellas tierras, y de que el Altísimo quiere ya dispensar los arbitrios de que nuestra sagrada religion se plantifique en un terreno, cuyos habitadores se han mostrado hasta aquí contrarios nuestros; y prometen al mismo tiempo unos agigantados progresos en la importante empresa de descubrir las poblaciones que han motivado la resolucion de las expediciones de que se trata; y así seria desde luego reprensible delante de Dios y del mundo, sacar del seno de la barbarie la semilla de la verdadera doctrina que acaba de sembrarse con arreglo á los dogmas de la religion, y á las soberanas y muy piadosas intenciones de nuestros Católicos Monarcas, que solo han anhelado con religioso celo las conquistas espirituales; lo que forzosamente sucederia si se adhiriese á las repetidas instancias que ha hecho el actual Gobernador D. Pedro Gregorio de Echenique, sobre que se quite y destruya el mencionado fuerte, sin mas fundamento que los recelos y desconfianzas que le asisten de la infidelidad de los indios que le pidieron, haciendo con esto retroceder el estandarte de la , cuando todos estamos constituidos en la gloriosa obligacion de llevarlo, y propender á que se conduzca hasta las extremidades de la tierra.

Un bonito rio de diminutas proporciones desemboca en el arrabal de la ciudad, confundiéndose con la angosta y hermosísima bahía que le sirve de asiento hácia el Sur, y que la primorosa isla de Wight interrumpe en la embocadura, formando dos canales marítimos entre las costas de Portsmouth y Lymington.

El sol iba ocultándose lento y majestuoso en un abismo de oro, entre montañas de brillantes nubes, a través de las cuales pasaban las últimas ráfagas que subían divergentes a perderse en los espacios, o bajaban a iluminar con misteriosa claridad purpúrea las solitarias dehesas, los gramales de las laderas, los plantíos de caña sacarina, los carrizales cenicientos del río, las arboledas que dividen las heredades, y el tupido bosque de una aldea cercana, cuyo campanil recién enjalbegado surgía de la espesura como un pilar ruinoso.

Me parece, no obstante, que había más sinceridad en ellos que en el soneto del Sr. Grilo a las cataratas del río Piedra, aunque, por supuesto, mucha menos fantasía. La lluvia no cesaba. Con todo, se fue debilitando de tal modo, que ni para la salud ni para el sombrero había gran peligro en salir y llegar hasta Fornos.

Antes de engolfarnos en estos cálculos, sentimos la necesidad de presentar en bosquejo los tres ensayos de navegacion practicados hasta ahora en el rio Bermejo. El mas antiguo es precisamente el que forma el objeto del presente diario.

Martín querrá quedarse en casa; pero Juan, Juan debería ir... Precisamente está a la entrada, haciéndole una seña con la cabeza. Después se sienta en el banco, a su lado... Está cansado, tiene mucho calor; ha trabajado rudamente. Algunos minutos después se levanta: Yo no me quedo aquí. Hace un calor sofocante. ¿Adónde vas? Voy al río. ¿Vienes? . Y ella deja la labor y se apoya en su brazo.

Naturalismo espiritual i Al entrar en la calle de Mira el Río, encontraron a Severiana, a quien doña Lupe había visto algunas veces. Llevaba un vaso con medicina, tapado con un papel a estilo de botica antigua.

El marqués andaba en extremo distraído, organizando una cazata a los lejanos montes de Castrodorna, más allá del río; el tiempo se aseguraba; las noches eran de helada, claras y glaciales; acercábase el plenilunio, y todo prometía feliz éxito.