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Mira, Cipión, ten por cierto y averiguado, como yo lo tengo, que al desdichado las desdichas le buscan y le hallan, aunque se esconda en los últimos rincones de la tierra.

De aquellos rincones de nuestras provincias salieron los espíritus luminosos que hicieron la patria: Sarmiento, Alberdi, Rawson, los Gallo, Vélez Sársfield, Avellaneda, etc.

Daba gusto revolver por aquellos rincones escudriñar aquí y acullá, hacer a cada instante descubrimientos nuevos y peregrinos. Los dueños del baratillo, ociosos casi todo el día, se prestaban a ello de buen grado.

El propio calor de sus palabras llevó a Maximiliano a una exaltación que parecía insana. No podía estar quieto ni callado. Levantose y fue por los pasillos adelante, hablando solo en baja voz o haciendo gestos. El pasillo estaba oscuro; pero él conocía tan bien todos los rincones, que andaba por ellos sin vacilación ni tropiezo.

Una idea tenaz y molesta parecía colgar de su fruncido entrecejo. Sobre los muebles y en los rincones había numerosos paquetes envueltos en papel fino, atados y sellados elegantemente.

Hacia ella se dirigió, pero en vez de acercarse á la puerta del centro, se corrió hacia uno de los rincones donde había otra más chica. Por allí se entraba al cuarto de la huéspeda: lo conocía perfectamente, como conocía toda la casa. Paca había dado á su amiga aquella habitación independiente, única que tenía bien amueblada.

Pero si no vemos, si no andamos, sino descubrimos, siempre estaremos metidos en nuestra ignorancia, y talvez algun tiempo nos enseñarán los extrangeros nuestras propias tierras, y lo que nosotros debiamos saber: pues no puedo ver que un ingles como Falkner nos está enseñando, y dándonos noticias individuales de los rincones de nuestra casa, que nosotros ignoramos.

Aunque algunos inteligentes sonreían escuchándole, no dejó de ser considerado, al cabo, como joven instruido y «de esperanzasUna tarde, Brutandor llamó aparte a Miguel, y llevándole a uno de los rincones del Ateneo, le propuso fundar entre los dos un periódico. Para ello contaba con una persona que facilitaba el dinero, y con la protección del general conde de Ríos, que sería su inspirador.

¡María Santísima, San José bendito, qué comentarios, qué febril curiosidad, qué ansia de investigar y sorprender los propósitos del buen D. Carlos! En los primeros momentos, la misma intensidad de la sorpresa privó a todos de la palabra. Por los rincones del cerebro de cada cual andaba la procesión... dudas, temores, envidia, curiosidad ardiente.

se había adornado de limpieza, ese lujo del pobre, y estaba tan bien barrida y desempolvada que las pacíficas arañas que dormitaban de tiempo inmemorial en todos los nichos y en todos los rincones, bajo el velo de la Virgen como en la corona de espinas y hasta en la barba del Crucificado, habían sido desposeídas de sus telas, arrebatadas como por un huracán, y andaban melancólicas y errantes en busca de nueva instalación.