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Porque el valeroso Amadís de Gaula se vio en poder de su mortal enemigo Arcaláus el encantador, de quien se tiene por averiguado que le dio, teniéndole preso, más de docientos azotes con las riendas de su caballo, atado a una coluna de un patio.

No os olvidéis de llevar a Nancy a las Gazaperas, antes del fin de la semana, señor Cass fue la última recomendación que hizo Priscila en el momento de la partida, mientras que tomaba las riendas y las sacudía ligeramente, manera amistosa de incitar a Tordillo. Voy a dar una vuelta por los prados, cerca de las Canteras, Nancy, para ver cómo va el drenaje dijo Godfrey.

El conde sujetó muy diestramente a su caballo y dijo echando pie a tierra: ¿Quieres que volvamos juntos, tío? Con mucho gusto, amigo mío. Púsose al brazo las riendas del caballo, penetró con su tío bajo las altas arboledas que rodeaban el castillo y siguió el mismo camino en que la pobre miss Dodson vertió tantas lágrimas veinticinco años antes. Veo que eres todavía un brillante jinete.

Á lo mejor se paraba ante un niño que lloraba en medio de la calle y lo consolaba y le limpiaba las lágrimas con su pañuelo, y le metía después una moneda de plata en la mano. Otras veces se le veía paseando á caballo, también solo, por las cercanías, dejando las riendas sueltas y contemplando el paisaje con mucho sosiego, ó bien marchando á todo escape como si huyese de alguno que le perseguía.

El Sorsogon, que obedece las riendas de su timón con una precisión matemática, dobla el malecón del Sur plegando su bandera de saludos, con la que ha dado un cariñoso adiós al Marqués del Duero, una de las más hermosas naves de la Marina española.

"Volví a la ribera con el caballo, volví asimismo a subir en él, y, por los mismos pasos que primero, le incité a saltar segunda vez; pero no fué posible, porque, puesto en la punta de la levantada peña, hizo tanta fuerza por no arrojarse, que puso las ancas en el suelo y rompió las riendas, quedándose clavado en la tierra.

Escríbame usted añadió estrechándome entre los brazos con verdadera emoción. De mi parte prometo hacer otro tanto. Animo y buena suerte. Todo le favorece para alcanzarla. Apenas había ocupado su asiento en la alta banqueta, cuando el mayoral tomó las riendas. ¡Adiós! repitió con una expresión en el rostro que revelaba a la vez ternura y satisfacción.

La fila de tílburis se estaciona a lo largo de la ancha acera; de cada uno baja ligeramente el corredor, abandonando las riendas en manos del lacayo, sube aprisa la escalinata y se pierde en el grupo numeroso del pórtico. A bocanadas sale a la calle el rumor de adentro, y arrecia por instantes la agitación y el vocerío; una sola pregunta rueda en todos los labios: ¿A cuánto el oro?

Toos lo mesmo... Que les den lo suyo, ¡ya verás!... Esta mañana se ha arrancao uno porque un cabayero traía un perro e lana... Por poco hay aquí un espetáculo. Yo, que estaba extremadamente inquieto, me sobresalté al oír esto, y, como quien no quiere la cosa, cogí las riendas que el criado sujetaba. Hice bien en tomar tal precaución, porque al instante se produjo cierto movimiento entre los toros.

Y regresó á la Presa, sintiendo sin embargo una ansiedad que le hacía marchar apresuradamente. A la misma hora, cerca de la estancia de Rojas, estaba Manos Duras con sus tres camaradas de la Cordillera hablando al amparo de unos matorrales. Habían desmontado y tenían sus caballos de las riendas.