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Serafina se puso en primera fila; y como Reyes, con el susto que le habían dado los que le rodearon, y las emociones anteriores, y la vergüenza de confesar la verdad, no acababa de hablar, por contuso se le tuvo, se le supuso víctima de un vahído, pues tan pálido estaba, y las monísimas manos cuyo contacto de poco antes aún sentía en la piel, las de la Gorgheggi, le aplicaron esencias a las narices y le humedecieron las sienes.

Media hora después, Reyes recibía trescientos duros en oro, de manos de D. Benito, en el despacho de este, sin más testigos que los libros del protocolo, que siempre habían inspirado a Bonifacio una especie de terror supersticioso. D. Benito el Mayor tenía la costumbre de coger por las orejas a sus parroquianos y clientes a poca confianza que tuviera con ellos.

Preséntase ésta después y asiste como testigo á las bodas de los nuevos Reyes; pero sus frases confusas dan á conocer la desesperación que le domina, proponiéndose, para vengarse de su infiel amante, casarse á su vez con el Condestable. En el acto segundo se han celebrado ya los dos himeneos. El lugar de la escena es una posesión de campo de Roberto.

Aseguraba que para Alemania era buena la costumbre de dejar a los novios andar juntos y solos por cualquier parte, pero que en países meridionales toda precaución era poca. Por lo visto, temía los ardores del buen Nepomuceno. Pero ¿y Reyes?, preguntaban los amigos de la casa al separarse. ¿Dónde se habrá metido? En el cuarto de Emma no quedaba.

11 Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, mas demandaste para ti inteligencia para oír juicio; 13 Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria; tal, que entre los reyes ninguno haya como en todos tus días.

A la izquierda de la composición, con paleta, tiento y pinceles, esta Velázquez en pie ante un gran lienzo que se ve por el revés, en actitud de mirar a los Reyes, cuyas figuras se reflejan en un espejo de marco negro colocado en la pared del fondo.

En ella á 7 de octubre de 1498, á donde se trasladaron los Reyes Católicos despues de la muerte de la princesa Doña Isabel, que falleció en el palacio del arzobispo, se solemnizó el matrimonio de D. Pedro de Navarra mariscal de aquel reino y de Doña Mayor de la Cueva, dama de la Reina hija de D. Beltran de la Cueva duque de Alburquerque y de la Duquesa Doña Mencía de Mendoza su muger que eran difuntos.

Muchos jóvenes de las mejores familias, que al principio habían cortado sayos a Emma, a Bonis y Marta, ahora callaban y hasta llegaban a defender a los de Reyes y a sus amigos, porque algunas sonrisas de la Gorgheggi, insinuaciones provocativas, aunque espirituales de Marta, y, especialmente, invitaciones para saraos y banquetes de Emma, los habían convertido.

Estos los frutos que dejaron sembrados los Reyes Católicos con la destruccion de las Biblias hebreas; i con las persecuciones hechas á hombres doctisimos por solo preferir á la Vulgata los testos originales.

D. Juan Antonio Zelaya, se dijo: Que se conforma con el voto dado por el Sr. D. Manuel José de Reyes. Por el Sr. D. Nicolas de Bedia, se dijo: Que reproduce el voto del Sr. D. Vicente Carvallo. Por el Sr. D. Norberto de Quirno y Echandía, se dijo: Que reproduce el voto del Sr. D. Manuel José de Reyes. Por el Sr. D. Agustin de Orta y Azamor, se dijo: Que reproduce el voto del Sr.