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En el patio de su casa, que era tan grande como un claustro de convento, tenía numerosos pájaros y cuadrúpedos, y en mitad de él, ocupando una jaula especial, como rey de esta pequeño é inquieto mundo, al que podía hacer enmudecer con sólo un grito, estaba el caburé.

19 Entonces dijeron los príncipes a Baruc: Ve, y escóndete, y Jeremías, y nadie sepa dónde estáis. 20 Y entraron al rey al atrio, habiendo depositado el rollo en la cámara de Elisama escriba; y contaron a los oídos del rey todas estas palabras.

Como á las tres leguas de esta rancheria, á la parte del S, encontré con la del ladino Tineo, que se compondrá de mas de 300 indios, entre chicos y grandes: díles á entender por dos ladinos que tenian, la ceguedad en que vivian; los daños que les habian de resultar de la idolatria á sus almas, y por esta las necesidades que pasaban: que prestasen vasallaje al Rey, mi Señor, de las Españas, que este Señor los favoreceria: y siendo estos, como los judios, carnales, expliquéles con ejemplos materiales las ventajas que lograrian en nuestra religion, de presente y de futuro.

El rey Mahamud gustó tanto de la obra de Firdusi que pensó en darle por ella todo el oro que pudiese sostener y llevar como carga el más gigantesco y poderoso de sus elefantes.

Al tiempo que las dos Coronas de Castilla y Portugal procuraban dilatar su imperio en estas Indias Occidentales, Alejo García, alentadísimo portugués, deseoso de servir al rey D. Juan el II, su amo, con las conquistas de nuevas provincias, tomando en el Brasil tres compañeros de su mismo ánimo y valor, después de haber caminado por tierra trescientas leguas hasta llegar á las costas del Paraguay, alistó por soldados dos mil indios: y habiendo caminado con ellos otras quinientas leguas por aquel río, aportó á los confines del imperio del Inga, donde, habiendo recogido mucho oro y plata, se volvió al Brasil; pero los bárbaros le quitaron á traición la vida.

Afírmase entonces en su resolución; examina bien la pared, hace que lleven la carta al Rey, y se queda tan tranquilo como si nada hubiese sucedido, y hasta consuela á su esposa, aunque con palabras de doble sentido. Blanca se retira á su aposento para escribir á su padre, y un criado anuncia que el Rey vendrá en breve en respuesta á la carta recibida.

El matrimonio se verificó la mañana siguiente, en la capilla de los Reyes; una numerosa multitud compacta había acudido a la ceremonia, porque se dijo que Sus Majestades honrarían con su presencia el acto nupcial que debía celebrarse por el cardenal confesor del Rey; pero lo que excitaba más la curiosidad pública era que se daba por seguro que cantaría Farinelli.

Item más, un paquete con un cáliz y dos crucifijos, todo ello de plata de ley y hallado por en la iglesia de San Dionisio de Narbona, durante el saqueo de aquella ciudad; objetos que me apropié para evitar que cayeran en manos peores que las muy limpias de un arquero del rey Eduardo. ¡Corriente, monigotes! La cuenta está completa.

El duque creyó, por su parte, que nadie sabía el secreto de la duquesa. Ignoraba que el bufón del rey lo sabía por completo, por dos extrañas casualidades.

Respondió el rey, que por dar gusto á tan buenos vasallos, pondría su autoridad y las armas cuando importase, y mas por Berenguer de Entenza, uno de sus mayores vasallos.