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Su nariz aguileña de perfecta forma, el mirar penetrante, y un no qué de reserva, de seriedad profunda que en él había, indicaban que no era hombre vulgar aquel que en tal hora paseaba envuelto en capa de paisano, y calzado de altas botas, que el buen estado del piso hacía innecesarias.

Sin embargo, no me parece decoroso hablar de mismo sin reserva alguna, aun cuando se haga impersonalmente.

En pocos meses había recobrado el tiempo perdido y sobre mi escritorio había como un montón de haces en una era, nueva cosecha ya recogida de la cual sólo era dudoso el producto. Era el solo asunto del cual me hablaba Magdalena sin reserva; pero en aquel punto era yo el que oponía vallas.

Resolvióse, pues, a cantar la palinodia por completo, y a echar mano al mismo tiempo de lo que juzgaba él su artillería de reserva. La marquesa, por su parte, habíale acometido tan brusca y cruelmente para ensanchar el campo en que quería examinarle, y no descubrir con una confianza harto prematura y harto crédula el lazo que tendía ella al farsante con su estrategia.

Pero también pensaba que la disciplina militar le vendría muy bien para corregir sus malas mañas. Por fortuna o por desgracia del joven, sacó un número muy alto, y quedó de reserva. Pasado algún tiempo, y después de una ausencia de cuatro días, presentose a su madre y le dijo que se casaba, que quería casarse, y que si no le daba su consentimiento él se lo tomaría.

Al contrario, aplica el romance con más frecuencia que sus antecesores, predominando, así, en el diálogo como en las narraciones, de manera que las demás combinaciones métricas rimadas las reserva para los momentos culminantes de la acción.

No crea usted que era una de esas mujerzuelas borrachas y embrutecidas, que es el papel que en las novelas se reserva siempre a la hembra del verdugo. Era una moza de mi pueblo, con la que casé al volver del servicio. Tuvimos un hijo y una hija; pan poco, miseria mucha, y ¿qué quiere usted? la juventud y cierta brutalidad de carácter me llevaron al oficio.

Entre estos «chicos» heridos en la guerra, que habían pasado á la reserva naval y tripulaban el Mare nostrum, uno era distinguido por la predilección del viejo. Podía hablarle en español, á causa de sus navegaciones trasatlánticas, y además había nacido en Vannes.

En cumplimiento de dicho acuerdo, marchéme sigilosamente de Hong-kong, el dia 7 de Abril, embarcándome en el Taisan, y pasando por Saigón fuí á parar con la mayor reserva á Singapore, llegando á este puerto en el Eridan el 21 de dicho mes, hospedándome en casa de un paisano nuestro.

No deseo, no espero la dicha, pero un reposo duradero y profundo, una libertad sin reserva. Te he repetido con frecuencia que no odio la vida por las cosas que en ella se encuentran y que, en general, me atraen y me retienen. Comprendo esas ilusiones y las buscaría de buena gana.