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La hora no podía ser menos oportuna, pero Ayvaz no quería desperdiciar un solo instante. El dios de las batallas tampoco lo quería; por lo menos, todo induce a creerlo así. En el momento en que el primer secretario iba a llamar a la puerta de maese L'Ambert, tropezose con el enemigo en persona, que regresaba a pie, conversando con sus dos testigos.

Pues veamos ahora como recibía la Ciudad á su Pendón Real, cuando regresaba victorioso de alguna expedición militar, con cuyo motivo desbordábanse el entusiasmo y alegría populares.

Un instante después regresaba a la ciudad en busca de un convento donde le cambiaran las ropas de caballero por un sayal de ermitaño.

El camargués refería que regresaba de Nimes, citado por el juez de instrucción con motivo de un garrotazo que había dado a un pastor. En Camargue tienen sangre viva. ¿Pues y en Beaucaire? ¿No pretendían degollarse nuestros dos boquereuses a propósito de la Virgen Santísima?

Al terminar el viaje redondo, cuando el trasatlántico regresaba a Hamburgo, sus máquinas eran reparadas minuciosamente. Durante quince días recibía los mismos cuidados que un caballo de carreras que se prepara para una nueva corrida.

Por la noche regresaba Relimpio a Madrid y a su casa; dormía como un santo y soñaba que era pájaro y que cantaba posadito en la rama de un árbol. También Riquín era pájaro y revoloteaba dando sus primeros pasos por el mundo aéreo. Isidora era una avecilla melancólica. Todos cantaban; pero D. José era el que cantaba más y el que a la rama más alta subía.

El mayor Andrews, un viajero inglés que ha dedicado muchas páginas a la descripción de tantas maravillas, cuenta que salía por las mañanas a extasiarse en la contemplación de aquella soberbia y brillante vegetación; que penetraba en los bosques aromáticos, y delirando, arrebatado por la enajenación que lo dominaba, se internaba en donde veía que había obscuridad, espesura, hasta que al fin regresaba a su casa, donde le hacían notar que se había desgarrado los vestidos, rasguñado y herido la cara, de la que venía a veces destilando sangre sin que él lo hubiese sentido.

Andando el tiempo, el muchacho pasaba del castillo de proa á la cámara del buque: allí corrían entre tempestades y calmas los años de su juventud y de su edad viril, y regresaba de sus peregrinaciones por el mundo á envejecer, morir, y mezclar su polvo mortal con el de la tierra que le vió nacer.

En virtud pues del beneplácito de estos indios, é inmediatamente despues de haber recibido tan favorable nueva, mandó el Padre provincial á los hermanos José Bermudo y Julian de Aller que acompañasen á Juan de Soto que regresaba á Moxos.

Un cielo nuevo, diferentes praderas y torrentes, aire mas dilatado, otros espacios, un mas allá distinto del que siempre me encerraba en su estrecho ámbito; aquí mis deseos eternos. Estas eran mis frases; esta mi necesaria conclusion cada vez que regresaba del campo. La idea de visitar nuevos paises, se presentaba constantemente á mi imaginacion con un delicioso misterio que me fascinaba.