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Fray Luis, acostumbrado á la lucha consigo mismo, tuvo suficiente poder para dominarse, para apagar su mirada, para contener el estremecimiento de sus músculos; se había puesto la careta, y al través de ella miró ya, sin temor de que su alma fuese sorprendida, á la reina. Y al verla con más reflexión, dominado, sereno, fray Luis se estremeció.

Si es lícito abandonarse un momento á la esperanza de que, más pronto ó más tarde, se emprenderá la reforma del teatro alemán con energía y formalidad para conseguir la de la escena, no será, de seguro, inútil tener presente esta reflexión que hacemos.

Esta reflexión era lo único que se leía en una página, y más lejos, todavía otra duda: «¿Será entonces presunción creer que se tiene razónDespués algunas frases de sentido obscuro. «De ningún modo, pero agrada esperar... »No es debilidad, no es sorpresa: he pensado detenidamente, la confianza me sonríe, veo la meta... »Ahora me faltan las palabras...»

Comprendo que, por tu estado, has de intentar ciertas cosas... Mira, no es posible que discutamos, porque no nos entenderemos; pero te haré una reflexión, nada más que una. Me parecería disculpable que hubieses tratado de que fueran a misa, hasta de que se confesasen; pero, chico, lo que sucede es horrible. ¿Es o no es verdad que mi padre está hoy aquí peor que en un hospital? ¿Qué culpa tengo?

Pero no, uno se enamora de una mujer, y no de dos mujeres a la vez. Esta reflexión lo tranquilizaba. Muy joven era este muchachón de veinticuatro años. Nunca el amor había penetrado plena, franca y abiertamente en su corazón. Sólo conocía el amor por las novelas ¡y había leído tan pocas!

Tambien debe estimarse el otro ramo de conocimiento fuera del que se toma de los sentidos, el qual consiste en la reflexîon; pues estas cosas bien entendidas, que son el fundamento de toda la doctrina de Lock, ilustran mucho una materia tan obscura, como es la de las operaciones del entendimiento.

Hay también el día en que se paga al casero dijo una voz. Hubo risas, pero el éxito de esta melancólica reflexión se perdió en el ruidoso triunfo de Gerardo Lautrec.

Un prurito pueril. Sobriedad necesaria al espíritu. La certeza anterior á todo exámen no es ciega. El dogmatismo y el escepticismo. Se rectifica un dicho de Pascal. CAPÍTULO III. Dos certezas. La del género humano y la filosófica. La certeza y la reflexion. El desarrollo de las facultades humanas no es reflexivo. Experimentos. Esterilidad de la filosofía con respecto á la certeza. Sus peligros.

Tal vez había hecho esto sin reflexión; tal vez el médico militar la invitó á subir, creyéndola de la familia del enfermo. Varios hombres con uniforme levantaron el cuerpo inánime del oficial. Continuaba su ronquido desgarrador. Y entonces, ante la muchedumbre, que no podía ver con sus ojos estupefactos, Alicia procedió como si estuviese sola.

Esta reflexion debió hacer Felipe el Hermoso. ¿Quién puede ocultarse tampoco de las escudriñadoras miradas de los dependientes de un palacio, donde es una especie de comercio los chismes y enredos, dando publicidad en su provecho á todos los defectos de sus soberanos?