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Doña Luisa la observaba en la iglesia con celoso despecho. Tenía los ojos húmedos, lo mismo que ella; oraba con fervor, lo mismo que ella... pero no era seguramente por su hermano. Julio había pasado á segundo término en sus recuerdos. Otro hombre en peligro llenaba su pensamiento. El último de los Lacour ya no era simple soldado ni estaba en París.

Ambos se estremecieron, pareciéndoles que no había transcurrido tiempo desde la última caricia. Aquello fue la repetición del bien pasado; acaso la dicha más grata que da el amor. ¡Qué recuerdos!

Las estrellas tenían una claridad inmensa, y el ojo se detenía extasiado ante su rápido y fugitivo fulgor. Los recuerdos venían y el sueño se alejaba... El guía se me acercó y me dijo: ¿No puede dormir, señor? No, pero no lo siento. La noche está muy linda. ¿Por qué no toma un mate y hace hablar a don Salvador? Es un viejo que conoce medio mundo y sabe más que Licurgo.

Aquello producía la vaga impresión de una fiesta de iglesia, de sotanas rojas bajo albas de encajes, de dorados de altares rodeados de randas de hilo... Sin embargo, mis más gratos recuerdos en materia de naranjas proceden de Barbicaglia, un gran jardín junto a Ajaccio, donde pasaba yo la siesta durante las horas de calor.

Por fin he podido persuadir de la verdad a Luis. Le había dicho, en el viaje, que en este libro tenía escritos mis recuerdos del día en que salí del colegio, y le había prometido dárselo para que los leyera. Su deseo era saber hablaba de él, qué decía de su persona, qué opinión me había inspirado.

Cuando el nuevo propietario entró en el salón de popa, rodeado de camarotes único lugar habitable en este buque de carga , los recuerdos del muerto salieron á su paso.

No obstante, yo admiro a usted dijo Blasillo anonadado. ¡Bebamos, niño! ¿ves? la espuma plateada tiembla y chisporrotea. Bebamos, y arrojemos a la sombra los negros recuerdos del pasado. ¡Por tu amante Juana, por sus ojos negros! Blasillo repitió casi maquinalmente: ¡Por Juana y sus ojos negros! Blasillo, ¿dónde iremos a arrojar el áncora?

Sin embargo, esto último no es completamente exacto, pues no carecen de valor para la historia local de Salem; y en esos papeles podrían descubrirse noticias y datos estadísticos del antiguo tráfico del puerto, y recuerdos de sus grandes comerciantes y otros magnates de la época, cuyas inmensas riquezas comenzaron á ir á menos mientras sus cenizas estaban aún calientes.

Detrás de ella extendíase un jardín en el que crecían entremezcladas y en desorden todas las plantas de la creación y sin que nadie se preocupara de ellas. Creo que no había recuerdos en memoria humana, de que se hubiera visto nunca por allí, un jardinero que podase los árboles o arrancase las malezas, que brotaban a gusto, sin que ni a mi tía ni a mi se nos ocurriese ocuparnos de ello.

Dos siglos y medio, pasados en la servidumbre, no habian podido borrar de la memoria de los indígenas los recuerdos del gobierno paternal de los Incas: grabados en las ruinas del Cuzco, donde moraban sus dioses, y descansaban sus héroes, hacian de esta ciudad el objeto de una supersticiosa veneracion; y aquí fué donde se dirigió Tupac-Amaru para inflamar el ardor de sus soldados.