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Tenía la frente estrecha, y de ella hacia atrás, en dos bandas no muy lisas, el cabello negro, que en dos trenzas copiosas, veteadas de una cinta roja, llevaba recogida en cerquillo, como una corona, sobre lo alto de la cabeza.

Llovía, y el criado que hasta allí había conducido la litera, abrió un enorme paraguas, y luego la portezuela; Dorotea salió, y cubierta con el paraguas, salvó de un salto, sobre las puntas de los pies, y la ancha falda recogida con suma coquetería, el espacio enlodado de la entrada, y ganó la parte seca del interior.

Una vecina averiguó el hecho casualmente, lo comunicó a otras vecinas, se armó el consiguiente escándalo en el barrio, dieron parte al juez, se instruyó causa, y, probado el delito, la inglesa fué condenada a seis meses de cárcel y la niña recogida en un establecimiento de beneficencia. Un año después llegó a Valencia Salabert, si no hecho un potentado, con alguna hacienda.

En pocos meses había recobrado el tiempo perdido y sobre mi escritorio había como un montón de haces en una era, nueva cosecha ya recogida de la cual sólo era dudoso el producto. Era el solo asunto del cual me hablaba Magdalena sin reserva; pero en aquel punto era yo el que oponía vallas.

Las madres, que tantos y tan diversos rostros de pecadoras habían visto entrar allí, no parecían dar importancia a la belleza de la nueva recogida. Eran como los médicos que no se espantan ya de ningún horror patológico que vean entrar en las clínicas. Hubo de pasar un buen rato antes de que la joven se serenase y pudiera cambiar algunas palabras con sus compañeras de lazareto.

Yo no puedo pensar en describirla... ¡era algo estupendo!... tenía la cabeza envuelta en una gasa verde oscura, recogida atrás con unos mechones de cabellos envueltos con la gasa sobre la nuca marmórea, y que me parecían luchar entre como si defendieran una posesión divina... yo no he visto... no... ¡no hay en el mundo una criatura que se le parezca!

Hizo una pausa el Magistral para observar si Ana subía con dificultad aquella pendiente que le ponía en el camino. Ana callaba, meditando las palabras del confesor, recogida, seria, abismada en sus reflexiones. Sin darse cuenta de ello, le agradaba aquella energía, complacíase en aquella oposición, estimaba más que halagos y elogios las frases fuertes, casi duras del Magistral.

Porque quiero que sepa vuesa merced, señor mío, que no es todo oro lo que reluce; porque esta Altisidorilla tiene más de presunción que de hermosura, y más de desenvuelta que de recogida, además que no está muy sana: que tiene un cierto allento cansado, que no hay sufrir el estar junto a ella un momento. Y aun mi señora la duquesa... Quiero callar, que se suele decir que las paredes tienen oídos.

Pero mis hijos, mis pobres hijos... ¿Qué sería de ellos entonces?... Cuando case a María, ¡quién sabe...!, puede ser, puede ser que me decida a buscar descanso en la vida religiosa... Por lo menos, renunciaré al mundo y haré vida recogida en mi propia casa; no tendré más vestido que un hábito del Carmen, y aquí paz... Por las mañanas mi misa, por las tardes visitar a alguna amiga, y por la noche a casa... Acostarme tempranito, que es lo más saludable y... ¡Ay, qué rica vida!...

Al fin han procurado convenirse En que salgan los viejos y mugeres, Y frailes y muchachos del poblado, Y que á la mira quede allí el soldado. La mísera hacienda recogida A prieta, de tropel y sin concierto. En carros y carretas fué metida, Que huir, todos dicen, es lo cierto.