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Así encontraremos el hogar propio más agradable que los salones y las tertulias. Fidias, que además de un escultor excelso, era un espíritu filosófico, hizo una vez la estatua de Venus sobre una tortuga, queriendo indicar a las mujeres de su pueblo que debían ser lentas para salir de casa.

¿No hay ningún matrimonio en el horizonte? preguntó la de Aimont queriendo llevar la conversación a su asunto favorito. Ni uno respondió la Bonnetable en tono contundente. Sin embargo insinuó la Sarcicourt, ¿no se habla del matrimonio de la señorita de Brenay con el capitán Bellortet? ¡Qué disparate! exclamó la Bonnetable. La chica de Brenay no puede encontrar un marido serio...

De vez en cuando miraba los tejados de enfrente, de los cuales iba retirándose la luz del sol, cada vez más pálida y dulcificada. Miró su reloj. Las seis. ¿Pero dónde se había metido aquel hombre? Iban a perder el tren, y para aprovechar hasta el último minuto, daba órdenes a Beppa, queriendo que todo estuviese en orden y dispuesto para la marcha.

Poco a poco, con las visitas y el largo charlar de ellas, Isidora iba queriendo al viudo, y el viudo aficionándose tanto a ella, que llegó un punto en que hubo de sorprenderse y asustarse de la formalidad de su cariño. En tanto el asunto marchaba satisfactoriamente.

Pepeta comenzó á dar gritos queriendo imponer su autoridad en esta confusión. «¡Gente afuera! En vez de estar molestando, lo que debían hacer era llevarse á las dos pobres mujeres, extenuadas por el dolor, idiotas por tanto ruido

Luzón según algunos cronistas se llamó isla Manila, tomando el nombre de la capital; otros, entre ellos el erudito Padre Colín, tratan de aclarar la noche de los tiempos queriendo ver en las islas Maniolas que marca Ptolomeo á los 142° long., en sus tablas geográficas formadas en el segundo siglo de nuestra era, el origen de la palabra Manila: sea de esto lo que quiera, es lo cierto que en la llamada hoy Isla de Luzón, y en su extremo Sur, se encuentra la provincia de Albay.

Habiéndose rebelado los moros de Granada, y queriendo socorrer á unos cristianos, se metió en unas angosturas de aquella Sierra, donde le cogió la noche con muy escasa gente. Acometiéronle los enemigos por todas partes, y por no volver la espalda con desdoro de su gloria militar, murió batallando, recibiendo tantas heridas que quedó su cuerpo todo desfigurado.

Carnicero dejó de atender a aquel fragor lejano y empujó la pared, queriendo vencer el obstáculo que, según él, le impedía llegar a su cómodo asiento. Digo que necesito llegar a mi sillón repitió . ¿Quién eres ? Alzó los alucinados ojos el anciano y vio lo que en la mitad de la pared había.

Nada dijo la devota, queriendo animarse. Sin duda se ha constipado en el balcón. : corre esta tarde un airecillo, que ya, ya ... indicó el clérigo; pero váyase usted á su casa, y abrigándose bien.... Eso no será nada dijo doña Petronila Entrambasaguas, que estaba muy impaciente, porque ciertos olores, venidos en mensaje de la cocina, le anunciaban que el carnero se estaba quemando á toda prisa.

Lo más particular era que seguía queriendo al Pituso, y que su cariño y su amor propio se sublevaban contra la idea de arrojarle a la calle. No le abandonaría ya, aunque su marido, su suegra y el mundo entero se rieran de ella y la tuvieran por loca y ridícula.