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Las musas danzarán sobre tu césped y gustarán la miel de tus colmenas. el manantial donde las almas nobles el agua pura del Ensueño beban, la torre de márfil donde se guarde el tesoro ideal de nuestra lengua. Hispanos: si algún día la escarnecen, nuestras aljabas vaciarán sus flechas, y nos verán, triunfantes o vencidos, al pié de esta sagrada ciudadela. ¡Oh rosas de lascivia!

En cuanto conocidas por el entendimiento nada envuelven de real, y por consiguiente no entrañan ninguna condicion que exija fuerza productiva, á no ser que esta se refiera á un órden de pura idealidad.

Con lo primero le destruimos; con lo segundo, le damos el carácter de un atributo de la divinidad. Negar el tiempo, es negar la luz del sol; elevarle al rango de atributo de la divinidad, es admitir mudanza en el ser inmutable. La pura subjetividad nos conduce á la negacion; la objetividad á la divinizacion: ¿no habrá un camino medio?

Pignorate me dijo que iba a meter a un muchacho en la cárcel, pero ya verás como no lo consienten sus padres. Vamos, qué tenéis una sociedad para prestar a menores y luego... lo arreglan sus familias. Así, tan crudo... no; pero el que quiera dinero para vicios que lo pague... ¿Y después? Me metí en el Congreso. Tenía que votar con el gobierno, por pura disciplina, una gran picardía.

Según su relato, no había pecado, todo había sido pura equivocación; pero su marido, que era muy bruto y tenía la culpa, , él tenía la culpa, de las equivocaciones, o si se quiere, malas tentaciones de ella, la había metido allí sin andarse con rodeos.

Susana había sido amiga de mi tía, antes de ser su cocinera. Reñían diez veces al día, pero ninguna de las dos podía pasarse sin la otra. No se me creerá con facilidad, si digo que Susana quería sinceramente a mi tía; sin embargo, es la pura verdad.

Por cierto que el inusitado acento llamó mucho la atención de los religiosos, ingleses de pura raza en su mayoría. Pero el abad sólo se fijó en la tranquilidad y la indiferencia que la respuesta del novicio revelaba y la indignación coloreó su rostro enjuto. ¡Hablad! ordenó golpeando con el puño el brazo del sitial.

No quisiera equivocarme; pero me parece que todo aquel judaísmo de mi amigo era pura fluxión de su acatarrado cerebro, el cual eliminaba aquellas enfadosas materias como otras muchas, según el tiempo y las circunstancias.

Pero doña Luz era muy singular y hallaba extraño deleite en la larga contemplación de aquel cuadro, donde se cifraban el más alto misterio y los dos más opuestos extremos de valer de la humana naturaleza: toda la beatificación, toda la hermosura, todo el celeste resplandor de que es capaz nuestra carne, unida a un alma pura, y siendo templo y morada del Eterno, y los dolores, a la vez, y las miserias, y los padecimientos lastimosos y la corrupción nauseabunda de esa carne misma.

Aquella misma tarde quiso Fernando examinar de cerca a su ahijado, y en su propia cámara, hundido él en su poltrona, puso al recién nacido sobre sus rodillas, abrióle la boquita con un dedo, y metióle su nariz de pura raza borbónica, como si quisiera examinarle la embocadura del esófago.