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Pues bien dijo el rey soslayándose en el sillón y buscando en uno de los bolsillos de sus calzas , cuando el padre Aliaga salió, me encontré sobre mi mesa esta carta cerrada, puesta á la vista y que, como veis, dice en su sobrescrito: «A su majestad el rey de España». La duquesa miró el sobrescrito y continuó callando.

Tirso entró en seguida en funciones, inundándosele el alma de alegría ante el espectáculo de aquellas mujeres que, unas en continuo trabajo, otras en perpetua oración, tenían puesta la mirada en el cielo y la esperanza en Dios.

Tengo idea de que fue bastante calavera y que tuvo amores con algunas.... ¿Pero a usted jamás...? Jamás dijo Sola ingenuamente , quería a otras mujeres; pero a no me quería. D. Benigno se sonrió. ¿Pero usted dijo , le quería desde entonces?... Me da vergüenza decirlo replicó Sola , por el desairado papel que hice: pero puesta a confesar, no oculto nada. Le quería, , muchísimo. ¿Cómo?

Elena se alejaba ofendida, dándose cuenta de su estratagema y de sus gestos hostiles. Poco antes de la puesta del sol llegaron los tres jinetes á la calle central del pueblo. Frente á la casa de Pirovani, considerada ya por la marquesa como suya, bajó ésta del caballo, apoyándose en Moreno, que se había anticipado al otro para gozar de agradables contactos.

No cabe duda alguna de que es vuestra propia sangre, puesta en circulación por vuestro corazón, bajo la acción del cerebro, la que afluye a vuestra nariz; y, sin embargo, tentado estoy de creer que ese imbécil de auvernés no es extraño a estos sucesos.

Un mozo rico, muy guapo, de alma noble, de claro y bien cultivado entendimiento, sin gota de sangre azul en las venas y sin trato ni conexiones de ninguna especie con el «gran mundo», era cuanto, puesta a soñar, hubiera soñado la Montálvez para novio de su hija. Y este novio existía de verdad, y amaba a Luz, y Luz estaba enamorada de él.

¡Rataplán! ¡Rataplán!... ¡Oh, el bosque de Vincennes, los vastos guantes de algodón blanco, los paseos por las fortificaciones, la barrera de la Estrella, el cornetín de pistón de la sala de Marte, la bebida en las afueras, las confidencias entre los hipos, los útiles de encender que se desenvainan, la romanza sentimental que se canta con una mano puesta en el corazón!...

Si ha cometido alguna falta... ¿Falta? dijo el joven con tristeza. ¿Pues no decían que era usted un gran pecador? ¡Yo un gran pecador, señora! No será tanto como dicen... continuó doña Paulita, con una sonrisa tan mundana, que no parecía puesta en boca de una santa. -No replicó el joven con efusión; no es tanto como dicen, es verdad. Y si he de decirlo todo....

La casa que ésta habitó en Sevilla túvola en gran estima y de ella escribía que «no la había mejor ni mejor puesta. Paréceme que no se ha de sentir en ella el calor. El patio parece hecho de alcorza

Pues mira, ¡arrastrado!, no tienes más que empezar contestaba la mozuela, puesta en jarras y mirando entre ceja y ceja a su víctima. Cuentan que una vez fué el pulpero a querellarse ante el provisor y a solicitar divorcio, alegando que su conjunta lo trataba mal. ¡Hombre de Dios! ¿Acaso te pega? le preguntó su señoría. No, señor contestó el pobre diablo , no me pega..., pero me la pega.