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La modestia, la pobreza, el aburrimiento; una mesa frugal, una chimenea sin fuego. Y si él goza de mejores cosas en la calle, ¡dichoso él! No decirle nada, pues, y que haga lo que le su real gana. Verás cómo se abre camino, porque es muy inteligente y tiene grandes aspiraciones.

La idea de un superior acuerdo entre el buen gusto y el sentido moral es, pues, exacta, lo mismo en el espíritu de los individuos que en el espíritu de las sociedades.

Pues habría que andar a salto de mata, recatándose, escondiéndose. Cuando el marido volviese, la humillación sería completa. Lo raro, el síntoma grave, consistía en que otras veces no paró mientes ante la perspectiva del placer robado, y ahora . ¡Ruin cosa sería verse obligado a guardar respetos a un marido! Por supuesto que si no estuviera realmente casada ¡ah!, entonces, aun transigiría menos.

Las doncellas son, pues, arrancadas de su país; Leonor, sin embargo, la más atrevida, las exhorta con ardor á preferir la muerte á su deshonra, y trama después un plan temerario para libertarse, que se pone en ejecución al punto.

Me pides que te sugiera algún pensamiento para un drama, pues quieres hacer tus primeras armas en el teatro, y me preguntas si entre estas ásperas montañas no encontrarías alguna acción interesante que pueda servirte de tema. No, amigo mío.

Por fortuna, D. José había tenido la inmensa suerte de encontrar aquella tarde a un bondadoso amigo que le facilitó la cantidad precisa para un mediano almuerzo. Segura, pues, Isidora de que habría con qué desayunarse a la venidera mañana, pasó tranquila la noche. A las once del siguiente día llamaba a una puerta. «¿Está el doctor Miquis?». ¡Qué suerte! Estaba.

Pues bien: en el Sport-Club, a las dos de la mañana, y en una sala de las más concurridas a aquellas horas en que duermen y reposan las gentes ordinarias que todavía conservan los resabios del trabajo y del hogar, departían afectuosamente, arrimados a una mesa, Manolo Casa-Vieja y Paco Ballesteros, después de haber tomado chocolate a la vainilla el uno, y el otro buena ración de biftec con media botella de Burdeos.

Si no tomas las medidas convenientes, darán contigo ahí. Por mi parte, yo que te escribo, te he encontrado. ¿Te gustaría ir a coger pimienta a Cayena? ¡Pues trabaja, holgazán! Tienes la fortuna en la mano tan cierto como me llamo... Pero no hay necesidad de que sepas mi nombre. No soy ni Rabichon, ni Lebrasseur, ni Chassepie. Abrigo la esperanza de que sabrás comprender lo que te conviene.

En el fondo de aquella grande agitación, y entre tantos recelos, había un secreto júbilo, pues como un día y otro llegaban noticias de nuevos levantamientos, todos consideraban a los franceses como puestos en el vergonzoso trance de retirarse.

El Sargento Mayor dice "marchemos:" El otro del peligro se temiendo, "Hagamos alto, dice, pues que vemos Que indios se vienen descubriendo." El sargento replica "caminemos, Que el indio viene á priesa acometiendo:" "Volvamos las espaldas:" "Santiago, No es tiempo ya: haced como yo hago."