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Iba Cabeza Negra á repetir el golpe, cuando sintió su muñeca cogida como con unas tenazas de hierro y vió á su lado á Tristán, el hercúleo arquero, que doblando hacia atrás el cuerpo del normando, haciendo gala de su increíble fuerza, acabó por romperle el brazo y tenderlo cuan largo era sobre las tablas del puente.

La primera estátua de Bonaparte, que servia de remate á la columna, se bajó en 1815, y su bronce sirvió para fundir la estátua de Enrique IV, que decora hoy el puente Nuevo. Pues dicen que, al ver el general Welington aquella estátua de Napoleon I, concibió la idea de mandar hacer otra estátua de aquel personaje.

De tiempo en tiempo veíase algún cobertizo, en cuya sombra relucían los aperos de labranza y el rústico y potente olor de la fecunda tierra labradía penetraba en los pulmones, sano y fuerte como las robustas hortalizas que vegetaban en los huertos próximos. Corta distancia había desde el puente al manantial intermitente.

Todo dormía a bordo de El Gavilán; únicamente Melia había subido al puente, agitada por una vaga inquietud. Aunque la noche fuese aún sombría, un resplandor pálido que asomaba por el horizonte, anunciaba la proximidad del crepúsculo.

«Cuando este puente se acabe dijo Relimpio en tono de mucha autoridad , no servirá sino para que se arrojen de él los desesperados». Isidora miró con desprecio al puente, y repuso: «¡Quia! Eso es muy bajo». Subieron por la calle adelante.

Estos ermitaños del puente y de la cofa tendrían, a no dudar, su vida de pasión lo mismo que todo el mundo; conocerían el amor, que es algo indispensable para la existencia; llevarían en su alma la flor del recuerdo.

«Si se tratase de un puente levantado con estudio y bajo las reglas del arte, la prueba hecha con el de Majayjay era ya suficiente para manifestar su estabilidad.

Ya cerca de mi, cruzó los brazos, miró la cascada inmóvil, el puente, los árboles, y no abrió la boca. Yo, en tanto, retenía el aliento y me hacía la ocupada en una ramita de pino que acababa de quebrar, pero, sin que él se fijara, le miraba de soslayo. Prima... ¿Primo...? Esperé unos instantes el final del discurso.

Otra carta de la referida coleccion m. s. del Sr. Carderera, fechada en Córdoba á 14 de abril de este año de 1570, dice así: «El de Medinasidonia entró ayer por la puente á las cinco horas de la tarde, por delante de las ventanas del cardenal, el cual estaba tras una gelosía con el Sr. D. R.º de Castro.

Para satisfacer los deseos de las compañías de comediantes, cuyo número iba siempre en aumento, alquilaron las cofradías de la Pasión y de la Soledad otros dos corrales, uno de los cuales pertenecía á la viuda de Valdivieso, y el otro, sito en la calle del Lobo, á Cristóbal de la Puente.