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Todo aquello de comer como los anacoretas yerbas salvajes o salta-montes del campo, era, por lo visto, pura fábula, tradición olvidada. Al presente, y gracias a un cocinero lleno de buenas cualidades, en la mesa de Su Ilustrísima hubiera podido darse por alegre y satisfecho el más descontentadizo; en todo lo que a la culinaria se refiere, era el obispo ardiente partidario del progreso.

Entre tanto, y para distraernos, si es posible, hablando de otros asuntos, y para complacer a algunos amigos, quería yo hablar del progreso, con relación a las artes de la palabra y explicar lo que dejé por explicar acerca de esto en mi artículo, réplica a otro de D. Carlos Reyles, publicado en este periódico en el día 3 del corriente.

Cuando Ramos Mejía publicó su Neurosis de los hombres célebres en la historia argentina, en cuyas páginas, según es sabido, traza la historia clínica del tirano, Sarmiento se apresuró a comentar así ese trabajo: «La tiranía de Rosas fué una locura en acción» nos dice al comenzar su comentario . Y luego avanza esta advertencia valerosa: «Prevendríamos al joven autor que no reciba como moneda de buena ley todas las acusaciones que se han hecho a Rosas, en aquellos tiempos de combate y de lucha, por el interés mismo de las doctrinas científicas que explicarían los hechos verdaderos» . Con esa austeridad confesaba Sarmiento sus excesos polémicos anteriores a 1852, y si traigo tal confesión sobre sus ataques a Rosas, es porque esta otra figura completa a la de Facundo en la composición de su libro, y porque el «folletín» del Progreso no fué sino un episodio periodístico de la violenta predicación que los emigrados realizaban desde el extranjero contra el tirano de Buenos Aires.

Pero la reflexión acude luego. Me paro a reflexionar y voy limitando mi creencia en el progreso, y cercenando tanto de ella, que no puedo menos de dejarla muy reducida. En la totalidad de los seres, en el conjunto de las cosas creadas, empiezo yo por decirme, no cabe progreso alguno. Las incomprensibles y elevadas obras de Dios están hoy tan perfectas como en el primer día.

Acaso me hubiera estado mejor no pugnar por encumbrarme tanto, y limitarme desde luego, como ya me limito, a este mundo sublunar y a los hombres que le habitan, en quienes cabe progreso, porque, sin duda, tuvieron principio y crecieron; pero será, a mi ver, progreso limitado, porque ni éste planeta ha de durar siempre, ni es probable tampoco que la humanidad contenga en , en germen, facultades que se desenvuelvan en ascensión perpetua, ya mejorándola con incesante e indefinido progreso, ya haciendo brotar de su seno lo que llaman ahora el superhombre, en cuyo advenimiento creen no pocos, como, por ejemplo, el Sr.

El que nada de ésto estuviese previsto no es cosa que pueda llamar grandemente nuestra atención; la mayoría de los estadistas que rigieron los destinos del país, jamás supieron ni se ocuparon de averiguar las condiciones físicas y morales de aquellas comarcas, ni alcanzaron á prever la importancia grande que para España pudiera tener en día no lejano el desenvolvimiento de la riqueza y el rápido progreso de los países que poseía en tan remotas latitudes.

Todas las que desde hacía años dirigía al Progreso de Lancia y a otros periódicos de la capital de la provincia, iban escritas en el mismo papel por las dos caras. Aun no sabía que para la imprenta debía escribirse por una solamente. Pero muy pronto adquirió este precioso conocimiento, como hemos de ver.

Sin embargo, el progreso de unos a otros es evidente: ya Alejo Fernández rompe la rigidez hierática y realiza un notable progreso en la técnica. Y por otra parte, la pintura mural y decorativa tiene alta representación en las obras de Juan de Borgoña.

Dicen que esto es el Progreso, y yo respeto mucho al tal señor. Muy bien por el Progreso... pero que sea igual para todos. Porque yo, señor mío, veo que de los pobres sólo se acuerda para echarnos lejos, como si apestásemos. El hambre y la miseria no progresan ni se cambian por algo mejor. La ciudad es otra, los de arriba gastan más majencia, pero los medianos y los de abajo están lo mismo.

No, mil veces no continuó con energía después de un breve silencio . Todo eso de la lucha por la vida con su cortejo de crueldades puede ser verdad en las especies inferiores, pero no debe ser verdad entre los hombres. Somos seres de razón y de progreso, y debemos libertarnos de la fatalidad del medio, modificándolo á nuestra conveniencia.