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Delaberge estaba encantado; sin adularse mucho, tenía plena conciencia de poder cumplir el programa de la joven, y una alegre claridad iluminaba su rostro. ¡Muy bien! dijo. Esto en cuanto a lo moral... Pasemos ahora a las cualidades físicas... ¿Desearía usted que el marido ideal fuese muy joven?

Aquel programa famoso de distracciones y placeres formado entre Quintanar y Visitación, había empezado a caer en desuso a los pocos días, y apenas se cumplía ya ninguna de sus partes.

Los preparativos de viaje y aquellos prudentes proyectos nos ocuparon una parte de las vacaciones; pero la calidad del trabajo, el fin que debíamos perseguir, aquel vago programa cuyo primer artículo aún no estaba formulado, eran puntos por completo indefinidos lo mismo para Oliverio que para .

Verdad es que la casa de don Pablo Aquiles quedaba un poco al oeste y lejos, por lo tanto, del centro del bullicio, pero él pensaba lo que era en sus tiempos aquella fiesta: de día, pruebas, palo jabonado, rompe-cabezas en la Plaza de la Victoria, y fuegos artificiales, por la noche. ¿Qué digo en sus tiempos? hasta hace poco se cumplía idéntico programa.

En fin, que podía dar juego todavía el programa del sabio Maravillas. El pobre don Adrián no había salido aún de su espanto. Leto, después del desahogo que se había dado a todo su gusto sobre Maravillas y sus defensores, estaba ya tan sereno y en sus quicios ordinarios; a él, a don Claudio, con verle bastaba.

Allí se habían olvidado por completo de que formaba parte del programa de los regocijos y festejos con que se celebraba el día del Santo, un toro de cuerda, que entonces fue vaca, como hemos dicho.

Costaron dos varas de raso negro a ducado la vara y de un par de calças negras 12 reales las quales fueron para poner en el mastil de san françisco ... 1158 mrs. Si queremos conocer un nuevo festejo que vino á aumentar el programa, como hoy decimos, de los sevillanos, tenemos que venir al año 1521, en el cual tuvo lugar la elevación á la silla del imperio, del Cesar Carlos V.

Bindoy, solo, según programa, marcha por medio de la calzada que dirige al convento á la cabeza de la música; detrás de esta, y en la misma forma que su futuro, camina muy despacio la novia, llevando sobre su cuerpo la saya más pintarrajeada que ha encontrado y cuantos objetos relucientes ha podido proporcionarse.

Todos los sillones del paseo estaban ocupados. Las damas, vestidas de blanco, gozaban el bienestar de una leve frescura después de las angustias sufridas en el salón. Circulaba impreso el programa de las fiestas con las que se solemnizaba el paso de la línea: cuatro días de banquetes, conciertos y juegos atléticos.

Melchor dispuso que su padre se quedara en Madrid para cuidar la casa. ¡Atroz destierro y pesadumbre para D. José! Según el bien meditado plan del sesudo Melchor, este iría y vendría, residiendo algunos días en El Escorial y otros en Madrid, pues sus negocios no le permitían abandonar la Corte sino por poco tiempo. Cumpliose fielmente el programa.