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"Unicode asigna un número único a cada carácter, cualesquiera que sean la plataforma, el programa y el idioma." El Unicode Consortium fue creado el mismo año para desarrollar el Unicode.

Después... he de realizar mi programa, sin suprimir un solo número. Se oyó el silbato de la locomotora, y el tren pasó, haciendo retemblar el suelo; algunas brasas encendidas cayeron a los pies del filósofo. ¡Ajo! exclamó dando un puntapié a los tizones, ¡que vais a quemar mi palacio! ¡siempre ocurre lo mismo con estos condenados maquinistas!

Pero usted sabe bien que mi madre y yo no podemos salir dijo María Teresa, que, para permanecer fiel a su programa, no se formalizó por la falta de memoria de Huberto, respecto a la enfermedad de su padre. Y se aproximó a él, cariñosa y afable, tratando de provocar el incidente sobre el cual contaba para dar más expansión y afectuosidad a sus conversaciones.

Y mientras le abrochaba, la dama, sin quitarse los guantes, el botón del cuello, don Víctor comenzó a darle cuenta de sus propósitos irrevocables de distraer a su mujer.... Mi programa es este. Y se lo expuso c por b.

Con las emociones y el cansancio se nos había abierto el apetito. Sacamos el pan y el queso y, sentados en la popa, los devoramos pronto. Discutimos nuestro programa para la tarde; decidimos ir a explorar Frayburu.

Desde la sala se oía a lo mejor, detrás de las cortinillas de tafetán verde: Pepe que le doy a usted un cachete. Hola, hola, eso no estaba en el programa.... Niños, niños, formalidad. ¿Por qué no les da usted una luz, Visita? Señores, porque esos locos son capaces de quemar la casa.... Tiene razón Visita, tiene razón gritaban desde dentro Joaquín Orgaz o el Pepe de la bofetada.

Aquel día, sin embargo, hubiera querido dar un rodeo para saborear mi contento, pero esos excesos no están en el programa e invité a mi alegría a no salirse del camino recto. ¿Y sabe usted, señor cura, por qué estaba yo tan alegre?... Porque Máximo de Cosmes ha dicho que soy bonita... ¡Qué horrible vanidad! Y por mucho que trato de ruborizarme de vergüenza, la verdad es que estoy contenta.

Vea usted unas muestras de la calidad científica y filosófica del artículo, o mejor dicho, del programa.

El proyecto fue aceptado, y el desgraciado Juan que no podía eludir este programa improvisado, tuvo que resignarse a ver exasperarse su suplicio. María Teresa se había divertido mucho en el curso de su paseo accidentado. Huberto no se había separado de ella un momento.

Anhelo colaborar en una página del programa que, al prepararos a respirar el aire libre de la acción, formularéis, sin duda, en la intimidad de vuestro espíritu, para ceñir a él vuestra personalidad moral y vuestro esfuerzo.