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El humo de la pólvora y la emoción del primer disparo le impidieron observar la muerte instantánea de la víctima...
Este ingrediente desempeñó en aquellos sucesos terribles un papel de primer orden. Conocemos la víctima y el grosero instrumento. La mano, ¿qué mano era y dónde estaba? ¿Creeremos en el espontáneo error del populacho y en un movimiento instintivo y ciego de su barbarie?... Difícil es creer esto.
Don Álvaro veía a la Regenta envuelta en aquella claridad de batería de teatro y notó en la primer mirada que no era ya la mujer distraída de aquella tarde.
En el primer caso, dicen: Es cosa buena, ¿cómo se había de negar? No tiene más sino aquello, y lo otro, y lo de más allá... ya se ve; las cosas no pueden ser perfectas. En el segundo, dicen: Señor, no es mala; pero no es para todo el mundo: hay cosas demasiado profundas: tiene bellezas: sobre todo hay versos muy lindos.
Y como al asomar la aurora por el estrecho horizonte de Villabermeja el tío Gorico, según su expresión, mataba el gusanillo, resultaba que casi todo el día estaba calamocano, porque aquel fuego que encendía en su ser con el primer fulgor matutino, se iba alimentando, durante el día, merced á frecuentes libaciones.
Y lo mismo que digo de la pesca de los pengüines, digo del gobierno parlamentario; nos están hablando de las bondades del sistema bicamarista... Vean ustedes el resultado que nos ha dado en la nación y en la provincia... Hemos retrocedido, señores, hemos retrocedido veinte años; nuestro primer acto de gobierno debe ser volver a la cámara única y poco numerosa.
Y le arrastró con paternal solicitud, como si el millonario fuese el primer estandarte de la romería. Aresti quedó inmóvil, avergonzado de su arrebato. Pero en fin, lo hecho bien estaba, ya que no tenía remedio. Los empellones de la gente que huía le sacaron de su abstracción. Los jinetes de la guardia civil corrían al trote por la plaza, amenazando con sus sables.
Por fin me acomodo en el primer islote de tamariscos, o rincón de tierra seca, que encuentro. El guarda, en prueba de respetuosa consideración, permite que me acompañe su perro, un enorme perro de los Pirineos, con sus grandes lanas blancas, gran cazador y pescador inteligente, cuya presencia me intimida un poco.
Velázquez va con ellos, esta vez acompañado de Mazo, que a petición de Don Baltasar Carlos pinta la Vista de Pamplona, cuadro que se conserva, y la de Zaragoza, que esta en el Museo del Prado, en la cual son de mano de su suegro, aunque lo nieguen críticos extranjeros tan ilustres como Armstrong y Justi, las elegantísimas figuras del primer término, hechas con singular soltura y gracia, tratadas de modo que, a pesar de sus dimensiones, tienen el aspecto y carácter del natural .
PRIMERA POSICION. De pie, los brazos y manos colgando por los malekis ó cruzados por los hhaneffis, se reza el primer capítulo del coran, que se llama El Fat-há y es como sigue. ¡Alabanza sea dada á Dios!
Palabra del Dia
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