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Hijo de españoles; su padre comandante de nuestro Ejército. Dirige en Manila el hebdomadario ilustrado "Excelsior". No importa que la vida traidoramente hiera nuestras huérfanas almas con su terso puñal mientras haya en el mundo rosas de primavera y brille en los espacios el sol de un ideal.

Arroyuelos de agua cristalina corrían serpenteando y murmurando por el somero cauce que naturalmente habían abierto, y en cuyas márgenes crecían violetas, rosas silvestres y mil hierbas de olor. No bien empezaba a anochecer discurrían por el aire en multitud sin cuento las luciérnagas, como brillantes joyas con que bordaba allí su manto la primavera.

La época literaria que le cuenta dentro de , que le mira como su patriarca y áun le ha contemplado recientemente lanzar destellos dulces y puros como los de un sol de primavera en su ocaso, no puede ser acusada de esterilidad; tiene que ser respetada, si no envidiada, de cuantas le sigan en la sucesion de los tiempos.

Comparados nuestros veinte millones de años ya cumplidos, más otros veinte millones que por lo menos durará aún la primavera de este planeta, con otras primaveras y años máximos de otros planetas y de otros más grandes sistemas solares, tal vez parezca más breve dicha primavera que la ordinaria y menuda del año vulgar, que sólo dura tres meses.

La ciudad de Caracas está situada en el valle que lleva su nombre y que es uno de los más bellos que se encuentran en aquellas regiones. Bajo un clima templado y suave, la naturaleza toma un aire tal de lozanía, que el viajero que despunta por la cumbre de Avila, cree siempre hallarse en el seno de una eterna primavera.

Bueno, ve a buscar un coche. Lo tengo abajo. Salgamos entonces. Volvió a coger el paquete Raimundo. Ambos dejaron aquel cuartito donde nunca más habían de reunirse. Montaron en coche y éste les condujo camino de las Ventas del Espíritu Santo. Era una tarde de primavera, nublada y fresca.

Cuatro novelas aparecieron puntualmente cada año con regularidad de Almanaque, y en la Primavera de 1875 quedó terminada con La Batalla de los Arapiles la primera serie. Verdaderamente, la pintura de la guerra quedaba manca, incompleta y como descabalada si no se le ponía pareja en el cuadro de las alteraciones y trapisondas que a la campaña siguieron.

En otros tiempos un rayo de amor divino bajaba sobre mi durante la solemnidad tranquila del domingo. El sonido bronco de la campana llenaba mi alma del presentimiento del porvenir y mis oraciones eran un goce ardiente. La misma campana anunciaba tambien los juegos de la juventud y la fiesta de la primavera.

Los preparativos fueron largos. Comenzaron a principios del invierno y no terminaron hasta los comienzos de la primavera.

Venturita, pensando en marcharse a Madrid la próxima primavera, no puso obstáculo a los planes de su marido. Mucho se alegró éste de haber tomado aquella resolución cuando supo que el duque de Tornos pensaba venir el próximo mes de octubre, alegando que con la vida de Madrid habían vuelto a exacerbarse sus padecimientos, casi extintos mientras permaneció en Sarrió.