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Caridad á la dádiva avarienta, migaja de su mesa suntüosa, que presta, haciendo cuenta de recobrar crecida de la mano potente y dadivosa de un Dios que se ha forjado en otra vida.

Numancia está en un lago convertida De roxa sangre y de mil cuerpos llena, De quien fue su rigor propio homicida: De la pesada y sin igual cadena Dura de esclavitud se han escapado Con presta audacia de temor agena. En medio de la plaza levantado Está un ardiente fuego temeroso, De sus cuerpos y haciendas sustentado.

En la parte de occidente pero con la direccion al oriente se un nicho ó hueco á la que presta entrada el arco de herradura cubierto con una concha, en donde se supone que existia la pila bautismal: pero aunque pudo colocarse en tiempo de la restauracion, parece indudable que este era el sitio en que hacian oracion los reyes moros, pues allí estaba su oratorio ó mezquita particular.

Pero alto allá: este otro papel es de fresca data, y envuelve otro papel cerrado y sellado con blasones y armerías. Antúnez no se contenta ya con la delgada usura de los aldeanos, y presta también a los grandes señores.

Don Gabriel presta su juramento, y se presenta de nuevo en la corte como si no estuviera enamorado: su corazón se inclina á Beatriz; pero los diversos objetos suyos, que poseen las Princesas, la simpatía que le manifiestan y otras circunstancias casuales que concurren en este enredo, le confunden de manera que, complicándose aquél más y más, ya que no podemos, por desgracia, descender á sus pormenores, se resuelve al cabo casándose el caballero, como ardientemente deseaba, con la princesa Doña Beatriz.

Contra toda instigación diabólica el cielo presta al hombre fuerza suficiente o por naturaleza o por gracia. ¿Qué vale ni qué importa entonces el oficio del diablo? interpuso Morsamor con desdeñosa sonrisa.

¡Cuan hermoso es el Sol cuando la frente de entre nubes alzando esplendorosa baña la tierra con su luz fulgente, perfume embriagador presta a la rosa, murmurios al mar, perlas al río, al pájaro cantares de alegría, los colores del iris al rocío, rumor a la cascada y armonía!

Hácia las cercanías del Oise y de París se ven extensas canteras de piedra de sillería, caliza en apariencia, pero en su mayor parte de una greda arenosa que se presta mucho á facilitar las inmensas construcciones actuales de París.

Es incuestionable que el tipo inglés se presta mucho á la risa en sus excursiones de todo género; pero tambien es preciso reconocer que en esa filosofía altanera que le distingue aun en medio de los abismos alpinos, el Inglés no manifiesta, en el fondo, otra cosa que dos fuertes y bellos sentimientos: el de la personalidad, que se sobrepone á los usos ajenos, y el de la patria, que le hace tener la ilusion de que al andar por un valle de los Alpes se está paseando en su parque de Inglaterra ó su calle favorita.

Considerad ahora cuántas reflexiones no acudirán á la mente al contemplar aquel poyo de piedra, terrible monumento que acredita toda la flaqueza y rápida caducidad de esta nuestra máquina humana, tan temeraria, impetuosa y presumida en las breves horas de la juventud, si por acaso le presta sus alas la fortuna..... Mas sigamos nuestra descripción.