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Los tormentos de estos seres desventurados destrozarían el corazón más empedernido; pero los aficionados no tienen ojos, ni atención, ni sentimientos, sino para el toro. Están sometidos a una verdadera fascinación; y esta se comunica a muchos de los extranjeros más preocupados contra España y en particular contra esta feroz diversión. Además, es preciso confesarlo y lo confesaremos con dolor.

Los bulliciosos «latinos» de la proa también estaban silenciosos y preocupados, como los navegantes que avistan una tierra nueva. Únicamente el Emir y algunos españoles que llegaban a la Argentina por segunda vez parecían contentos. La gaita pastoril sonaba lo mismo que las otras tardes en el silencio del mar, pero su dulzura bucólica tenía cierto temblor de sonrisa.

Lo habían fundado unos pescadores á orillas de la ría, entre las repúblicas de Begoña y Abando, y andaban tristes y preocupados no sabiendo qué nombre dar á su aglomeración de chozas. Un día, por divertirse, arrojaron al Nervión un botijo vacío. Bil, bil, bil cantaba el agua al penetrar en él y cuando casi lleno se fué á fondo, lanza un sonoro bao.

Indicó, pues, al tío Frasquito que no era necesario averiguar más, y regresaron preocupados y silenciosos a casa de este. Despertóse por el camino la fogosa actividad de Jacobo a la vista del peligro, y en aquel breve trayecto trazó un plan atrevido, único a su juicio que podía remediar los yerros pasados y detener las consecuencias de su imprudente apatía.

¿Que no puede bastar la palabra? No basta, es cierto, para espíritus preocupados. Hay ciertas cosas que no se pueden certificar de otro modo. A veces la afirmación de una persona es suficiente para llevar al ánimo de otra la convicción más profunda.

Don Andrés y los más graves de sus adeptos, andaban preocupados recordando fechas y haciendo cuentas con los dedos, como cortesanos que forman sus cálculos en vísperas de la declaración de mayor edad del príncipe. El íntimo amigo y lugarteniente de la casa de Brull, era el más enterado.

Bonifacio amaba el arte por el artista, admiraba a aquella gente que recorría el mundo sin estar jamás seguros del pan de mañana, preocupados con los propios y los ajenos gorgoritos. ¡Cómo hay valiente pensaba él , que se decida a fiar su existencia del fagot, o del cornetín o del violoncello, verbigracia, o de una voz de bajo segundo, con veinte reales diarios, que es lo más bajo que se puede cantar!

Acabaron su cena silenciosamente Watson y Robledo, preocupados por lo que había ocurrido horas antes en el parque inventado por Canterac.

En el Puente de España, puente que solo de España tiene el nombre pues hasta sus hierros vinieron del Extrangero, encontróse con la larga procesion de jóvenes que se dirigían á Intramuros para sus respectivos colegios. Unos iban vestidos á la europea, andaban de prisa, cargando libros y cuadernos, preocupados, pensando en su leccion y en sus composiciones; estos eran los alumnos del Ateneo.

En este punto hubo algo que vencer, porque, preocupados los indios con la igualdad en que los habían criado, no permitían que ninguna sobresaliese de las otras; pero al fin se les ha desimpresionado de este error, y el aseo se ha introducido con no pequeños adelantamientos.