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La emoción perturbaba sus sentidos, pero vivían aún en su memoria las últimas palabras de Freya al salir de la cárcel. Yo no soy alemana había dicho repetidas veces á los hombres con uniforme . ¡No soy alemana! Para ella, lo menos importante era morir. Únicamente le preocupaba que pudiesen creerla de dicha nacionalidad.

Pero lo que más preocupaba a aquellos pueblos, porque es lo que más vitalmente les interesa, era la navegación del Bermejo, grande arteria comercial, que, pasando por las inmediaciones o términos de aquellas provincias, afluye al Paraná y abre una salida a las inmensas riquezas que aquel cielo tropical derrama por todas partes.

Era un hombre de cuarenta años, enjuto de cuerpo, con el pelo y el bigote algo canosos, pero conservando un aspecto juvenil. Tenía al andar cierto aire marcial, como si aún vistiese uniforme, y se preocupaba de la elegancia de su indumento, á pesar de que vivía en el desierto.

Pagaban tres duros por él; pero transcurrido el primer mes, no pudieron satisfacer el segundo, y abandonaron la habitación, salvando casi milagrosamente sus escasos muebles. Más aún que los tormentos del hambre, temía Maltrana las inquietudes y desasosiegos que traía consigo el alquiler. Feli sólo se preocupaba de asegurar el techo.

Afortunadamente como conocían su carácter independiente, respetaban su libertad, y nadie se preocupaba de hacerle modificar la manera de vivir que había adoptado. María Teresa, con gran delicadeza, evitaba, durante las comidas, hablar de sus amigos y de lo que sucedía en la playa o en el Casino. Se esforzaba en no conversar más que sobre cosas susceptibles de interesar a Juan.

Mucho quería á su hermanito; pero la muerte no tiene remedio, y lo que ahora le preocupaba á él era que el caballo no quedase cojo.

Te habré dicho distraída que eso me preocupaba. En realidad no puedo habértelo dicho. O habrá sido por decir hasta qué punto Camucha es indiscreta. Son historias tristes que no deben salir de una misma. ¡Cómo me despistas! ¿Pero por qué? Adriana la miró en los ojos profundamente. Nada pudo leer. ¿Entonces, en tu vida no sucede, "ahora", algo extraordinario?

Por fortuna no me preocupaba el punto dudoso, porque no había racionales motivos de que llegara a quitarme el sueño. Ni las pretensiones de los que bien me querían allí, ni la abnegación caritativa de mi parte, debían pasar de ciertos límites.

Cuando el tiempo no les preocupaba, eran las reses el objeto de su conversación, y especialmente los toros, de los que hablaban con ternura, como si estuviesen ligados a ellos por un parentesco de raza. Los ganaderos escuchaban con respeto las opiniones del marqués, reconociendo el prestigio de su fortuna superior.

Hora era ya de que saliese á correr el mundo un hombre como él, que conocía por sus lecturas casi todos los pueblos de la tierra. El dinero no le preocupaba. Doña Cinta lo tenía en abundancia, y era fácil encontrar su manojo de llaves. Un vapor viejo y lento, mandado por un amigo de su padre, acababa de entrar en el puerto y zarpaba al día siguiente para Italia.