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3 Y si la aborreciere el postrer varón, y le escribiere carta de repudio, y se la entregare en su mano, y la despidiere de su casa; o si muriere el postrer varón que la tomó para por mujer,

Ella me contestó, atónita, riéndose: ¿No lo crees? ¿Cómo te lo haré creer?... Escucha: si no fuera verdad, ¿yo habría querido morir? me has encontrado con el arma en la mano; he escrito ya una carta de postrer adiós; iba a escribir mi testamento: después le habría escrito a él. ¿Crees que yo habría querido, habría podido dejarlo de esa manera?

Habré llegado hasta el umbral de toda felicidad para caer al pisarlo; habré columbrado todas las alegrías para no alcanzar ninguna; me habré visto desposeído de todos los dones de la suerte, que me habrán sido arrebatados uno a uno. Siendo rico, joven y amado, ¿podía desear yo otra cosa que vivir? ¡Y lejos de eso moriré cuando Magdalena, que es mi vida, exhale el postrer aliento!...

A su vez levantose ella con un movimiento de mujer indignada que jamás olvidaré; dio algunos pasos hacia su habitación, y como me arrastrara yo en pos de ella, siguiéndola, buscando una palabra que no fuese ofensiva, un postrer adiós, para decirle al menos que era ángel de previsión y de bondad, para agradecerle el haberme ahorrado una locura, con una expresión más abrumadora todavía, de lástima, de indulgencia y de autoridad, alzada la mano como si desde lejos tratara de ponerla sobre mi boca, repitió la seña que me imponía el silencio y desapareció.

Reconozco que fue un gran período de nuestra historia, el último verdaderamente glorioso, el postrer rayo que lanzó antes de extinguirse la única España que ha marchado por el buen camino. Pero antes de morir los Reyes Católicos ya empieza la decadencia al descuartizarse el cuerpo joven y robusto de la España árabe, cristiana y hebrea.

El postrer duelo de España . Extraño es, sin duda, que los traductores alemanes de Calderón no hayan apreciado, como merece, esta obra dramática. En todos conceptos puede calificarse de una de sus comedias más magistrales, juntando el arte más refinado en su plan con la animación teatral más perfecta; su estilo es también casi siempre de primer orden.

Dijo sus últimos versos, y, entre sus sueños dispersos, lloró sus últimos versos. Postrer copa... Dió un suspiro y se suicidó de un tiro en la sien... ¡Postrer suspiro! Cayó al suelo la pistola y al cristal dió una aureola el humo de la pistola. El rodó bajo la mesa con se desgracia inconfesa, bajo el mármol de la mesa...

He soñado contigo... ¿No lo dudas? Mejor; así comprenderás al fin que hay besos más horribles que el de Judas, cerebros locos y almas de Caín. He soñado contigo... Han sido mudas horas de ensueño, horas de jardín, con los ojos abiertos a las rudas olas de olor que me brindó un jazmín. He soñado contigo... Mira; aun arde mi corazón en su postrer alarde. Mírame bien ¡oh amor! mírame bien.

En los dramas de esta segunda clase, así el lenguaje del poeta como su habilidad en crear y agrupar caracteres, y su arte en la composición, alcanzan su punto culminante, bastando, para probarlo cumplidamente, El mágico prodigioso, El postrer duelo de España y El secreto á voces.

Y, por acabar, llegué al postrer capítulo, que decía así: "Pero advirtiendo con ojos de piedad que hay tres géneros de gentes en la república tan sumamente miserables que no pueden vivir sin tales poetas, como son farsantes, ciegos y sacristanes, mandamos que pueda haber algunos oficiales de esta arte, con tal que tengan carta de examen de los caciques de los poetas que fueren en aquellas partes.