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- has dicho muy bien -dijo don Quijote-; y podrá llamarse el bachiller Sansón Carrasco, si entra en el pastoral gremio, como entrará sin duda, el pastor Sansonino, o ya el pastor Carrascón; el barbero Nicolás se podrá llamar Miculoso, como ya el antiguo Boscán se llamó Nemoroso; al cura no qué nombre le pongamos, si no es algún derivativo de su nombre, llamándole el pastor Curiambro.

El sobre que encerraba en su seno las treinta y dos cartas, estaba en mi bolsillo, junto con la fotografía pegada al lienzo; por lo tanto, despejé la cuadrada y vieja mesa de roble, las saqué ansiosamente y las coloqué encima de ella, mientras Reginaldo y el anciano me miraban faltos de aliento. El primero mencionado en la rima es el rey dije. Pongamos los cuatro reyes juntos.

Me escuchó al principio sin responder, como reducida a ese estado de abatimiento enfermizo o de fragilidad infantil que nos hace incapaces de comprender la dureza de ciertas ideas y de tomar una resolución. Separémonos le dije por completo. , separémonos, será lo mejor. No nos veamos más, olvidémosnos... París nos desunirá sobradamente sin que pongamos entre nosotros muchas leguas de distancia.

Ademas dos hombres pueden ser iguales ó desiguales en saber, en virtud, en nobleza, y en un millon de cosas mas; con que será bien que ántes nos pongamos de acuerdo en la acepcion que da V. á la palabra igualdad. Yo hablo de la igualdad de la naturaleza, de esta igualdad establecida por el mismo Criador, contra cuyas leyes nada pueden los hombres.

Es un modesto dormitorio de campesino, con dos grandes camas. Las paredes no están empapeladas; vense descubiertas las vigas del techo... Hace cuatro años, cuando la Academia concedió al autor de Mireya el premio de tres mil francos, ocurriósele a la señora Mistral una idea. ¿No te parece que empapelemos tu alcoba y le pongamos cielo raso? preguntó a su hijo. ¡No, no! repuso Mistral.

Pongamos en la antigüedad á MONTANO, que imagina vivamente, que el Espíritu Santo ha dado á él sus dones, y no á los Apóstoles, imprimiéndose profundamente en su imaginacion esta especie y otras semejantes, las quales hallando la razon flaca, y el juicio poco sólido, los pervirtieron, ocasionando graves errores.

De la inferioridad patente, visible y clara en los asuntos y casos de la vida práctica, deducen nuestra inferioridad en cuanto hay de más sustancial e importante en el ser y en la vida de los pueblos. Pongamos un ejemplo que aclare y explique mejor esta idea. Figurémonos a una dama, hermosa y rica, que quiere vivir y vive en España con todos los refinamientos y primores que ahora se estilan.

31 Entonces sus siervos le dijeron: He aquí, hemos oído de los reyes de Israel, que son reyes clementes; pongamos pues ahora sacos en nuestros lomos, y sogas en nuestras cabezas, y salgamos al rey de Israel; por ventura te dará la vida. Y él respondió: Si él vive aún, mi hermano es.

Lo que resta es que mañana nos pongamos en camino, porque ya hoy se podrá hacer poca jornada, y en lo demás del buen suceso que espero, lo dejaré a Dios y al valor de vuestro pecho. Esto dijo la discreta Dorotea, y, en oyéndolo don Quijote, se volvió a Sancho, y, con muestras de mucho enojo, le dijo: -Ahora te digo, Sanchuelo, que eres el mayor bellacuelo que hay en España.

Anteayer me dio usted la gran jaqueca con aquello de la cosa en ... Pues pongamos que sea la cosa en no. Yo digo que esto es música pura; la cosa en bemol. ¡Ah, qué tontita es la criatura y qué refistolera! Porque esto de meter las narices en la eternidad, es una cosa que a Dios le debe cargar mucho. A nadie le gusta que le estén atisbando de cerca y viendo lo que hace o deja de hacer.