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Corrió por todo mi cuerpo un estremecimiento de placer, y en los primeros momentos no supe mas que ponerme rojo de alegría y sonreír estúpidamente frente a Paca, quien a su vez soltó la carcajada. ¡Madre mía del Rosío, y cuánto me alegraría que su mersé y mi señorita... ¡Vamo! exclamó juntando con un gesto expresivo los dos índices.

Don Ramón bajó la cabeza sin contestar. Ambos quedaron silenciosos. Al cabo Clara, alzando la frente, dijo con resolución: Vamos allá. Voy a ponerme otra ropa y a prevenir a la niñera. Lo que pasaba por el corazón de la joven esposa en aquel momento no es fácil definir.

La primera vez me fatigó mucho un moro encantado que en él hay, y a Sancho no le fue muy bien con otros sus secuaces; y anoche estuve colgado deste brazo casi dos horas, sin saber cómo ni cómo no vine a caer en aquella desgracia. Así que, ponerme yo agora en cosa de tanta confusión a dar mi parecer, será caer en juicio temerario.

El tercer día, a pesar de mi resistencia, me exigió que montara uno de los caballos de su marido. Me acompañará usted me dijo; tengo necesidad de ir de prisa y de ponerme lejos. Corrió a vestirse; mandó ensillar un caballo que el señor De Nièvres había amaestrado para ella y como si tratara de hacerse raptar delante de sus criados, en pleno día, «partamos», dijo.

¡Pero hija, qué líos traes siempre con el papel y la Bolsa y las acciones! exclamó Mariana. Pues los mismos que traerías si no tuvieses un marido tan activo que se encarga de calentarse la cabeza para que la tengas fresca y descansada.... Vaya, Pepa, no me eche usted piropos, que voy a ponerme colorado dijo Calderón.

Acaso encontraría, investigando metafísicamente mi corazón, la causa que ha podido ponerme hoy en esta extraña disposición de ánimo; pero este trabajo me cansaría, y he dicho que no quiero hacer hoy impresiones sino recibirlas.

En cierto momento Julio se levantó, y pasando junto al piano, se detuvo a mirar las flores. Fingiendo que aspiraba el perfume, las tocó con los labios. Lo hizo tal vez distraído". "12 de junio. "Tengo un gran desgano para todo; no he querido ir al taller de repujado. Me sorprenderían a cada rato dejando el punzón para ponerme a pensar.

Ayer, domingo, fui a almorzar a la «Villa Sol» y a ponerme a la disposición de Elena para la visita proyectada a la Briffarde. Lautrec almorzó también en casa de Lacante y se ofreció a acompañarnos al campo Quemado. Luciana, fiel a su promesa, llegó en el momento en que íbamos a ponernos en marcha.

Estuve tres días en cama con un amago de ataque cerebral. Cuando me levanté, pedí una audiencia a Su Majestad. Su contestación fue ponerme en la mano el canuto y el pasaporte para la frontera. En fin, que los engarza-rosarios dieron conmigo en tierra, porque no me prestaba a ayudarles en sus maquinaciones contra los leales y valientes.

Watson preguntó á Robledo si les acompañaba á la Opera. No; voy haciéndome viejo, y me molesta ponerme de frac y guantes blancos para escuchar música. Prefiero quedarme en el hotel. Veré cómo acuestan á Carlitos... Le he prometido un cuento.