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No podemos repetir aquí algunas de las conocidas anécdotas que muestran la rapidez increíble con que escribía Lope de Vega. No debe ser muy exagerado lo que dice en el Arte nuevo de haber escrito comedias en veinticuatro horas. Pero aunque otro dato no tuviéramos, el propio número, que parece fábula, de las obras de Lope, nos haría ver la facilidad pasmosa de su poder creador.

Su nave, inerme, dejó que se le aproxímase la galera, que la prendiese con enormes garfios, y que los corsarios, armados de hachas, se lanzasen al abordaje, o más bien, confiados en su poder incontrastable, a tomar posesión de la nave sin recelar resistencia alguna. Así fue en un principio.

Todas las grandes glorias están reunidas en congreso para manifestar la unidad del espíritu humano en sus infinitas manifestaciones, y poner en evidencia el cosmopolitismo histórico de la civilizacion y el contraste perdurable entre el poder y la libertad, la inteligencia y la fuerza.

Nosotros haremos otra guerra, más justa, la única guerra justa y santa: la guerra por la redención de los hombres, contra todas las iniquidades y todas las vilezas, contra el hambre, contra la ignorancia, contra el abuso del poder, contra esa misma guerra que ustedes practican. Cuando encontramos un obstáculo, lo destruimos: una, diez, mil vidas ¿qué importan?

Sus opiniones acerca de los instintos y carácter de los animales domésticos eran igualmente absurdas. Al paso que exageraba hasta lo indecible el poder y la fiereza de las gallinas, huyendo de ellas con gritos de terror, guardaba simpatía viva y profunda hacia los gatos, la cual no pudo destruirse con los frecuentes arañazos que estas ingratas criaturas infligían sobre sus tiernas manecitas.

Lo importante era que Margalida conociese lo que tantas veces había pensado él vagamente en el aislamiento de la torre, sin poder dar forma precisa a sus deseos. Continuó lentamente su camino, para no alcanzar a la familia de Can Mallorquí. Margalida se había reunido con su madre y su hermano. Los vio desde una altura, cuando el grupo caminaba ya por el valle con dirección a la alquería.

El Bucentauro, que estaba a nuestra popa, hacía fuego igualmente sobre el Victory y el Temerary, otro poderoso navío inglés. Parecía que el navío de Nelson iba a caer en nuestro poder, porque la artillería del Trinidad le había destrozado el aparejo, y vimos con orgullo que perdía su palo de mesana.

Y necesitando convencerla de que lo era, pobló aquella noche el cerrado misterio del dormitorio con una serie interminable de voluptuosidades feroces, exasperadas, que hicieron caer á Ulises en un anonadamiento pesado y dulce á la vez. Tenía la convicción de su vileza. Adoraba y detestaba á esta mujer que dormía á su lado con un cansancio impuro... ¡Y no poder separarse!...

Sus amantes se los gastarían en un decir Jesús... y era lástima que tan bonito capital se destruyese. Mucho se disputó sobre esto, haciendo ambas alardes de delicadeza; pero, al fin, el dinero quedó en poder de doña Lupe.

Decíase que mis consejos y mi influencia le habían hecho entrar en esta conspiración, cuyo verdadero jefe era yo. En una palabra, se me concedían los honores de la invención. Debo confesar que las cartas escritas por y que obraban en poder de los jueces, constituían una prueba más que suficiente en contra mía.