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Yo voy a ir a buscar al doctor. Ha encontrado, una mujer en la nieve y cree que está muerta agregó en voz baja al squire . Vale más hablar de esto lo menos posible; molestaría a las damas. Decidles solamente que una pobre mujer sufre del frío y hambre. Voy a buscar a Kimble.

Ni siquiera la de aquella pobre niña recién casada, a quien el porvenir reservaba sin duda tan crueles desilusiones. Liette no estaba allí. Hacía meses que estaba subiendo sin vacilar al doloroso Calvario confidente del amor fresco y puro de su linda discípula, de sus temores y de sus esperanzas, a ella era a quien Blanca pedía sin cesar apoyo y consejo.

Se puede decir, sin hipérbole, que es un brujo de las rimas, de las inefables palabras musicales, donde vierte su alma mística y pagana, ferviente, pecadora, universal. ¡Pobre Verlaine, mendigo, borracho y solitario! ¿De qué sideral armonía estaba henchido tu triste corazón, que era al par una gusanera de pecados mortales?

Por fin, sucumbiendo al cansancio, consintió en meterse en la cama y Julieta aprovechó aquel respiro para arreglar sumariamente su primera instalación. Todo fue saliendo del caos bajo su mano inteligente. Los grandes muebles estaban en su sitio, las cortinas colocadas, las alfombras puestas, y el pobre alojamiento tomó un aspecto casi coqueto.

Ya lo creo, como que fue una cosa muy particular respondió el señor Macey inclinando la cabeza hacia un costado . El señor Drumlow... yo lo quería mucho al pobre viejo señor, a pesar de que tenía la cabeza algo confusa, tanto a causa de su edad como a que tomaba un trago de algo caliente cuando el oficio de la mañana tenía lugar haciendo tiempo frío... y el joven señor Lammeter quiso a todo trance casarse en enero, mes que es, sin duda, poco razonable escoger, porque el casamiento no es como un bautismo o un entierro que no se puede aplazar.

Desde poco antes de las tres se asomó el pobre muchacho varias veces al balcón, esperando que de un momento a otro llegaran los mozos con la camilla. Por fin les vio volver la esquina de la calle Imperial, trayendo suspendido de los recios tirantes aquel armatoste negro, estrecho y largo, con trazas de ataúd.

La cosecha de este año no nos da ni la simiente, y el pobre chico tiene más afición á los libros que al arado.

Entonces doña Rosalía, arrepentida sin duda de haber lastimado a su hijo, se revolvió furiosa contra Maximina. ¡Buena hipocritilla estás también! Haces la comedia y lloriqueas, hasta que consigues que yo le pegue... Ante aquella injusticia, la pobre niña quedó como aturdida un instante; en su semblante descompuesto se adivinaban los esfuerzos que hacía para no romper a llorar a gritos.

De otro modo, ¡cómo había yo de renunciar a verla! ¡Renunciar a verla, cuando la he educado, cuando usted ha sido la protectora, la amiga de mi pobre Carlos! ¿Sabe usted, pues, que no existe? ... ... lo dijo Gerardo con voz trémula. ¡Y bien! exclamaron Fernando e Isabel; tenemos en nuestro poder fuertes sumas para entregarlas a usted, puesto que le pertenecen.

Que qué diría el pueblo de Santa Cruz al ver llevar preso á un pobre religioso porque predicaba la fe.