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En cuanto a Pilar, ufana con el cambio, olvidaba las miserias pasadas junto a la máquina de coser, las veladas fatigosas, los madrugones constantes, la visita, noche a noche, de registros, a entregar o recibir los pantalones de paño y los chalecos de bayeta.

Y allá en el fondo del paseo arbolado, vio asomarse la iglesia del Pilar, aquella iglesia pequeña, que más de una vez, bajo el oro del otoño en las hermosas tardes, ella contemplara desde la casa de las Aliaga imaginando idilios con Julio. ¡Cómo se habían alejado de pronto, hacia una irrealidad extraña, aquellos tiempos! Ahora le parecía otra, la iglesia del Pilar.

Además, no había encontrado en Pilar el ánimo y el calor que le hacían falta, carácter débil el suyo y corazón candoroso; Pilar era, ante todo, Esteven, mujer de cálculo y de reflexión, no apasionada ni sentimental.

Camalig, Guinobatan, Ligao, Oás, Palangui, Libon, Quipia, Donzol y Pilar. El segundo, ó sea el de Tabaco, lo forman los de Albay, Legaspi, Libog, Bacacay, Malilipot, Tabaco, Malinao, y Tiui.

El ex buen mozo quería descansar, vivir bien, cuidar de su salud preciosa, y llegar en suma al tipo respetable e importante de los clásicos Mirandas. Lucía entró como un huracán, y alterada y trémula, le dijo: Levántate... ve a ver si coges en casa al señor Duhamel.... Pilar está malísima. Miranda se incorporó.

Retrocedió Pilar desorientada; y riéndose en seguida con su cínico reír, exclamó: ¿No es más que eso? ¡Vaya un secreto! ¡Gran puñado son tres moscas! Por Dios suplicó apurada Lucía , que a nadie se lo indiques.... Yo me muero por saberlo, pero si se entera... alguien.... Miranda, o así....

CUESTA. Vea usted por qué doy este paso... Aunque no soy muy viejo, no me siento con cuerda vital para mucho tiempo. Viudo hace veinte años, no tengo más familia que mi hija Pilar, ya casada, y ausente. La mía es como un niño que está todavía en la cuna. La mía es vieja, memoriosa. Me repite, me señala sin cesar los errores graves de mi vida. ELECTRA. ¡Usted... errores graves, usted tan bueno!

Tenía Pilar, de edad entonces de veintitrés años, la malicia precoz que distingue a las señoritas que, con un pie en la aristocracia por sus relaciones y otro en la clase media por sus antecedentes, conocen todos los lados de la sociedad, y así averiguan quién da citas a los duques, como quién se cartea con la vecina del tercero.

No, si aseguran que su padre es un banquero riquísimo de la Habana.... , , tiene más ingenios que ingenio pronunció Pilar repitiendo un chiste que todo el invierno había rodado por Madrid a propósito de las Amézagas. Ello no cabe duda que los pájaros son un adorno bien extraño.... Yo también tengo uno en un sombrero. , en una toca; pero es diferente.

Instaláronse, pues, los Miranda y los Gonzalvo si más cuidado que el de entregar al conserje sus abrigos de viaje y sentarse en sus respectivos puestos en el comedor. Aunque Lucía, y sobre todo Pilar, se sentían un tanto fatigadas del largo trayecto en ferrocarril, no dejaron de entusiasmarse con la belleza de la morada que les deparaba el destino.