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Miranda reclamó un rigodón, y para colmo de dicha y victoria, las Amézagas se reconcomían mirando de reojo el espejillo, dije que sólo brillaba sobre dos faldas: la de Pilar y la de la sueca.

Las Amézagas vinieron a despedirse de ella y a darle el último mal rato de la temporada; a seguir a Lucía su inclinación, las recibiría en el saloncito bajo, disculpando a Pilar; pero ésta se empeñó en que subiesen a su aposento, y preciso fue ceder.

Compró Lucía de cuanto pudo hallar en el puesto, hasta un rosario de esas cuentas verdosas y turbias como un agua amarga, que no sin gran verdad analógica se llaman lágrimas de Job. ¡No cómo te gusta ese rosario tan feo! decía Pilar. ¡Mira! exclamaba Lucía . ¡Si parecen lágrimas de veras! Mas también la golondrina de Levante se voló, en busca de zonas más templadas.

La niña preguntó a Pedrito: «¿Y cómo va el «apunte» de Pilar y su amigo?» «Forfey» repuso Pedrito. Como yo no entendiera, pregunté a mi marido lo que había dicho. «Forfey» me dijo Jorge es una palabra inglesa para significar que un caballo se ha retirado de la carrera. ¡Qué horror! ¡Vaya una manera de hablar con las niñas que tienen estos jóvenes!

Pues yo decía Perico a Pilar subí al cuarto de Artegui, porque la verdad, la verdad, me dio curiosidad cuando me dijeron que tenía una chica muy guapa, muy guapa, consigo. Claro que era para dar curiosidad a la mismísima estatua de Mendizábal, hombre.... Ese Artegui, a quien nunca se le conoció un mal trapicheo.... No, si es un raro, un raro. Riquísimo, y hace vida de fraile.

Vio más lejos el convento de la Trinidad, en el mismo terreno que ocuparon las cárceles romanas; y el subterráneo en que tuvieron encerradas a las Santas Vírgenes Justa y Rufina, patronas de la ciudad. En este subterráneo se ha erigido un altar, en cuyo centro se conserva un pilar de mármol, al que estuvieron atadas las santas, y en que grabaron con sus débiles dedos una cruz que se ve todavía.

Pilar, diestra en táctica, retrocedió para saltar mejor. Es verdad que conociéndote a ti... y a él, cualquiera sería tan confiado como Miranda.... , ya se sabe, una santita, un angelín de retablo... y él... él es un caballero chapado a la antigua, a pesar de sus manías... más fama tiene que el Cid. ¡Ya viene de atrás!

Instalóse la nueva pareja en la misma casa, y Pilar con ella, con gran regocijo de Pablo, a quien quitaban el sueño los atractivos de la muchacha.

UNA MUJER. ¡Entonces usted no es cristiano!... ¡Virgen del Carmen! ¡no quiere creerlo!... Señora, yo lo creo todo y he prometido un cirio de treinta libras a la Virgen del Pilar; mire, aquí tengo un rosario... MUCHAS VOCES. ¡A ver!... Mirad... y además, aquí tenéis una carta del superior de San Juan dirigida a . Leed...

Y tales fueron los gritos de este grupo, que luchando y forcejeando iba de un pilar á otro del emparrado, que empezaron á salir gentes de las vecinas barracas, y llegaron corriendo, en tropel, ansiosas, con la solidaridad fraternal de los que viven en despoblado. Pimentó fué el que se hizo dueño de la escopeta y prudentemente se la llevó á su casa.