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A pesar de la vaga esperanza de un porrón de vino extraordinario que animaba á los más de los oyentes, un murmullo de incredulidad surgía al final del relato.

Lejos de todo, olvidados, Entre mil plantas y flores Construyamos nuestro hogar; Y por siempre enamorados, Cantemos nuestros amores, Ciegos a cualquier pesar, Lejos de todo, olvidados.... Manileño aunque de abolengo español. Abogado por la Universidad de Manila. En esta ciudad, muy joven, comenzó a actuar de periodista en "El Comercio" y otros diarios españoles.

A pesar de cuantos obstáculos ha puesto á su camino la naturaleza, el hombre pasa y hace una tierra nueva apropiada á sus necesidades.

Villalegre no era el único teatro de sus proezas, sino que, a pesar de las amonestaciones y reprensiones de su padre, a menudo muy duras, se solía ir de parranda al campo o algunos lugares cercanos, y en dos o tres días no aparecía por su casa. Don Paco no tenía, pues, rivales.

Hasta fray Anselmo las aprovechó, a pesar de haber anunciado que prefería una tarima y aun el duro suelo... ¡Estaban todos tan cansados! Pocos servidores tenía Pablo: un intendente general, un ayuda de cámara y un cocinero, tres viejos catarrosos, más gordos y reservados que canónigos, los cuales a su vez manejaban tres o cuatro galopines para los barridos y fregados.

En materia de desnudeces infantiles, Julián no era voto, pues sólo conocía las de los angelotes de los retablos; pero cavilaba para sus adentros que, a pesar de haber el pecado original corrompido toda carne, aquélla que le estaban enseñando era la cosa más pura y santa del mundo: un lirio, una azucena de candor.

Fernando, el antiguo pretendiente de Isabel, renueva entonces por este motivo sus anteriores pretensiones, y aunque ella llora la pérdida de su amante, se ve obligada, al espirar el plazo, á acceder á los deseos de su padre y á dar su mano á Don Fernando. Celébranse, pues, las bodas, á pesar de la pena profunda de la desposada.

Ramona era bonita, elegante, no tenía nada de necia y mientras vivió en la alta sociedad, y no cayó en la sima, hubo de tener admiradores, amigos jóvenes y viejos que la estimasen, que la atendiesen, y con alguno de los cuales, a pesar de todo su recato y severidad de costumbres, pudo ella ser amable, concediendo aquellos favores de casta predilección y de limpia y amistosa confianza que no ya la austera virtud, pero ni la santidad prohíbe. ¿Cómo es que ninguno de esos amigos trató primero de evitar que cayese en la sima, o procuró después sacarla de ella sin exigirle en pago la humillación y la deshonra?

A pesar de esto no puede dudarse que habia algun enlace entre los dos fenómenos, ya que infinitas veces se ha observado que el uno seguia al otro; lo que no puede explicarse por una mera casualidad.

Rabiaba de pesar el demonio al ver que se le escapa de sus garras esta gente de quien hasta entonces había estado en pacífica posesión y movió una tempestad terrible contra él.