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Y ahora será preciso que la Hawkins nos esplique por qué no tiene las facciones de Juana Baud, sino las de una persona que se supone haber sido muerta hace dos años, precisamente en el momento en que Juana Baud se alejaba de Inglaterra, cambiaba de nombre, se ocultaba de todos los que pudieran conocerla y se creaba una personalidad enteramente nueva. ¿Comprende usted ahora, Marenval?

El Peregrino, con su ordinaria sangre fría, se valió de la nueva de la agresión inglesa para explicar en Francia la razón de no figurar su personalidad en el tratado de alianza firmado en Londres, por aquéllas que recomiendan la ocultación del maquinista al mover en el teatro los hilos de mutación de las escenas, sin dejar de utilizar la noticia simultáneamente contra el mal efecto que al otro lado del Canal había causado, como dicho queda, la desdichada expedición de Drake.

De raro en raro solía aparecer también la linda cabeza de Marta, que paseaba sus ojos un instante por los contornos de la casa con expresión indiferente; la cual, dicho sea en honor de la verdad, no se trocaba en apasionada y halagüeña a la vista de Manolito, antes bien continuaba de la misma suerte, apagada y severa, como si nuestro joven no tuviese más personalidad que una columna de los soportales, o que el reloj del Ayuntamiento o el letrero del café de la Estrella o cualquiera de los objetos inanimados sobre los que se espaciaban los ojos de la niña.

El camarero, cetrino y bigotudo, le escuchó atentamente, con una complacencia de tercero, y al fin pudo formar una personalidad completa con todos sus datos. La dama por quien preguntaba era la signora Talberg. Estaba de viaje, pero iba á volver de un momento á otro. Ulises pasó un día entero con la tranquilidad del que espera en lugar seguro. Miraba el golfo desde el balcón.

Existe cierta lógica en esperar a que el individuo acuse su personalidad para luego aplicarle la denominación correspondiente; porque si el individuo es tímido como un conejo casero, resulta paradógico ponerle el nombre de Napoleón.

El alma muere con el cuerpo, no es más que una manifestación de nuestro pensamiento, y el pensamiento es una función cerebral; pero los hijos perpetúan nuestro ser a través de las generaciones y los siglos; ellos son los que nos hacen inmortales, ya que guardan y transmiten algo de nuestra personalidad, así como nosotros heredamos la de nuestros antecesores.

Atravése Sierra Morena, y al ver sus bosques, sus coronas de peñascos, sus abismos, sentí ya dentro de otro ser, otra personalidad, otro sentimiento. La idea de Dios hirió otra vez mi espíritu, levanté al cielo los ojos, y reconocí en la naturaleza el orden, en el orden á Dios. Cayó de repente el velo que habia entre y el mundo; mas solo por un breve plazo, solo por momentos.

No hay en nuestro mar un solo navegante honrado que no conozca ese pecadillo... ¿A quién se hace daño con ello?... El único que podía quejarse era el Estado, vaga personalidad que nadie sabe dónde habita ni qué cara tiene, y que sufre diariamente un millón de atentados semejantes.

El ciprés no parece una obra de la Naturaleza, sino de la mecánica. Los demás árboles, aunque sean de la misma especie, son variados en sus formas, en la estructura de sus ramas y horcajos. Cada árbol tiene su personalidad, su aire propio, su figura individual. Los cipreses, por el contrario, son todos iguales. Visto uno, vistos todos. Como ellos.

La idea de erguirse ante los poderosos y humillarse ante los humildes, que, haciendo al hombre gentil con las mujeres, blando con los niños y duro con los bellacos, viene suprimiendo el látigo en las escuelas, las cadenas en las prisiones y el garrote en los hogares, esta idea matriz de la civilización contemporánea, derivada del principio de la igualdad de todos los hombres, es un concepto nuevo de la personalidad, procedente del derecho humano, en contraposición al derecho divino y netamente expresado por Jaurés el 11 de Febrero de 1895, en la cámara de diputados de Francia, en estos términos: "Si Dios apareciese delante de la multitud en forma palpable, el primer deber del hombre sería rehusarle obediencia, y considerarlo como un igual con quien las cosas han de ser discutidas, no como un amo a quien debemos someternos".