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A tomar el velo habíase querido inclinarme; pero Dios no me llamaba a la perfección de la vida monástica; antes bien, ansiaba yo ver lo que fuera del convento había, que aunque decían que el mundo estaba gobernado por Satanás, y que en él la perdición acechaba a las criaturas, decíame a la luz natural de mi entendimiento que cuando tantas gentes vivían en el mundo, no debían ser tan grandes sus peligros, dado que el mundo no se había acabado ya, y todas las cosas que contra el mundo me decían, metíanme más en apetito de conocerle.

Pero, Celestina dijo Genoveva con una débil sonrisa, no es una perdición el casarse. , señorita aseguró Celestina; en los hombres es puro vicio y en las mujeres una torpeza... ¡Bueno!... Ya está la especie humana rápidamente juzgada exclamó Petra en medio de las risas de todas. Pues bien, Celestina añadió Francisca muy seria, encuentro que tiene usted razón.

Ninguno se atrevió a seguir haciendo conjeturas, seguros de que el alojamiento de aquella partida en el lugar podía ser su perdición. Cerca de una hora llevaban de angustiosa impaciencia, y ya iban con la tardanza esperanzándose de que el grupo de gente armada hubiera tomado otro camino, cuando Pateta lo vio aparecer en la curva de la carretera.

No vino él al hogar con ánimo de provocarla, mas tampoco le parecía razonable ni conforme a su ministerio mirar en calma aquel estado de honda perturbación que le hizo prorrumpir en un momento de ira: «parecéis judíosSu entusiasmo religioso era sincero: la conciencia le dijo que, si los azares de la vida le hubiesen colocado junto a gentes extrañas, empecatadas como sus padres y hermanos, habría puesto tenaz empeño en convertirlas, y que mal podía contemplar fríamente la perdición de su propia viña.

La madre sabrá al cabo que su hijo murió en la guerra, y su alma gemirá para siempre en un abismo de perdicion y de amargura. ¡No, no! añadió mi mujer vivamente; los hombres son injustos, haciendo ciertas cosas sin consultar el voto de las madres. Ninguna guerra se debia emprender, sin oir antes el consejo de una gran asamblea de mujeres. Es bien seguro que de ese modo no habria tantas guerras.

Esta escena es de extraordinario efecto. Resulta de ella que el padre y el esposo no puede ya dudar de su deshonra; pero la pasión de los adúlteros es tan violenta, que caminan ciegos á su perdición.

Como no tenía nada de gazmoño, la confesión concluyó por ser un diálogo de amigos. Diole consejos sanos y prácticos, hízole ver con palmarios ejemplos, algunos del orden humorístico, la perdición que trae a la criatura el dejarse mover de los sentidos, y le pintó las ventajas de una vida de continencia y modestia, dando de mano a la soberbia, al desorden y a los apetitos.

El milagro que la cruz hace en los dos, que la llevan, forma entonces el verdadero núcleo del drama: la vida de los dos elegidos, no obstante sus pecados y desdichas, es sólo para ambos la senda obscura, que conduce al sol resplandeciente de la salvación eterna, que, desde la cuna, ha brillado para ellos; en vano influencias maléficas los arrebatan al abismo de su perdición, porque permanecen fieles á la cruz, y este signo de la verdad y de la gloria los arranca del pecado y de la muerte.

26 Porque fueron hallados en mi pueblo impíos; asechaban como quien pone lazos; asentaron la perdición para tomar hombres. 28 Engordaron y se pusieron lustrosos, y aún sobrepujaron hechos de maldad; no juzgaron la causa, la causa del huérfano; con todo se hicieron prósperos, y la causa de los pobres no juzgaron.

Si traigo una mujer á mi casa y es fea, mis amigos no encontrarán placer alguno en su presencia, y si es bonita, arriesgaré el perder mi amante. Solamente cuando me creía unido á ella con lazos más fuertes, hizo una excepción á esa regla y esta fué la causa de mi perdición.