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En los periódicos y partes oficiales dejó de citarse el batallón a que pertenecía Pepe, porque se ignoraba el paradero de aquél y de otros cuerpos, sabiéndose únicamente que estaba verificando una marcha penosa y arriesgada, que terminaría en un combate, cuyo objeto sólo conocía el general en jefe. Cinco días duró aquella incertidumbre. Entonces apreció Paz lo que quería a Pepe.

Prolongaron el silencio con una sonrisa penosa, como si ninguno de los dos encontrase el medio de salir de esta situación. Continúa dijo Miguel . Una vez que vengo, no quiero servirte de estorbo. Ella, como si viese en tales palabras un reto á su timidez, y ganosa al mismo tiempo de mostrar sus habilidades, se inclinó sobre el lecho para reanudar el trabajo.

Cuatro días después, don Robustiano mandaba en su lugar a un médico joven, su protegido; creía llegado el caso de inhibirse; ya se sabía, él no podía asistir a las personas muy queridas cuando llegaban a cierto estado.... El sustituto era un muchacho inteligente, muy estudioso. Declaró que la enfermedad no era grave, pero larga, y de convalecencia penosa.

Andrés no pensaba en ello. Cierto suceso, puramente casual, vino, sin embargo, a modificar un tanto sus planes y sentimientos en este punto. Celebrábase en los términos del concejo, pero a distancia respetable, la romería de Nuestra Señora de la Peña, en el corazón mismo de la sierra. Aunque para llegar al santuario la ascensión fuese penosa, era siempre de las más concurridas.

Media hora de brega, que fué muy penosa por tener que salvar extensas cadenas madrepóricas, cuyas pintadas crestas salían á la superficie de las aguas á mostrar su belleza al astro del día, cuyos candentes rayos vivifican los miles de mundos de lo infinitamente pequeño que se agitan en los calizos tubérculos madrepóricos.

Y la labor penosa en la calma aparente que al huracán precede y volverá a bramar, con la tarea siguiendo más firme, más prudente, provocará otra lucha aun más tenaz y ardiente hasta que consigamos tus lágrimas secar.

Al tocar el suelo vaciló sobre sus piernas; luego fué avanzando trabajosamente, moviendo los pies con dificultad, hundiendo su bastón en los surcos. Apóyate, viejo mío dijo la esposa ofreciéndole un brazo. El autoritario jefe de familia no podía moverse ahora sin la protección de los suyos. Se inició la marcha entre las tumbas, lenta, penosa.

Y si á pesar de sus temores exagerados, de su ineptitud á todo trabajo y de su decaimiento moral, hay á veces momentos lúcidos de actividad intelectual, es para hacer despues mas penosa su vuelta al estado anterior y para mas lamentarse de su impotencia.

Todo era creíble en su carácter. La marcha de aquel día fue más penosa que la del anterior; pues a los inconvenientes de la víspera hubo que añadir los que ofrecían una capa de nieve de más de media vara de espesor, con que se hallaron a las pocas horas de camino, y la que continuaba cayendo. Frecuentes veces tenían que apearse los viajeros para descender rápidas pendientes.

No había duda alguna de que las funciones ópticas se conservaban intactas, es decir, que D. Francisco veía; mas era tan penosa la impresión de la luz en sus ojos, que si por un instante se levantaba la venda, los crueles dolores y el ardor vivísimo que sentía obligábanle a ponérsela otra vez. Su mujer le cuidaba con un esmero y atención dignos del mayor elogio.